jueves, 13 de diciembre de 2012

EL ADVIENTO

Significado del AdvientoAl celebrar la Iglesia el Adviento, te invita a meditar en la venida del Señor. Esta venida se nos presenta en tres dimensiones:

  • Adviento Histórico. Es la espera en que vivieron los pueblos que ansiaban la venida del Salvador. Va desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Escuchar en las lecturas a los Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la llegada del Señor. Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada del Mesías y la liberación que esperaban de él.

  • Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un Adviento actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al hombre, como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que viene del Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta realidad, para estar con el corazón abierto, listo para que entre el Señor. El Adviento, entendido así, es de suma actualidad e importancia.

  • Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva del Señor, al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a cada uno según sus obras. La Iglesia invita al hombre a no esperar este tiempo con temor y angustia, sino con la esperanza de que, cuando esto ocurra, será para la felicidad eterna del hombre que aceptó a Jesús como su salvador.

Esta celebración manifiesta cómo todo el tiempo gira alrededor de Cristo, el mismo ayer, hoy y siempre; Cristo el Señor del tiempo y de la Historia.

Esquema del adviento:   Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.

El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

 

I Domingo, la vigilancia en espera de la venida del Señor.

Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento".

Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

II Domingo, la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista.

Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.

Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.

III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo.

Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.

Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas, que inician el próximo día 16. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

IV Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.

Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.

Corona de Adviento: 

  • Origen. La Corona de Adviento con sus cuatro velas es un símbolo tradicional de Alemania difundido por todo el mundo. Representaba el ruego para que el dios-sol regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cristianos luteranos, al ver en Jesucristo el origen de la vida y luz espiritual, adoptaron este símbolo para expresar y vivir su fe en torno a la persona del Mesías.

  • Significado El círculo de follaje verde, recuerda la eternidad de Dios y nos hace pensar en los miles de años de espera del Mesías, desde Adán hasta su nacimiento y, en la actual espera de la segunda venido de Cristo. El color verde significa la esperanza de la vida.

    Las cuatro velas que se colocan alrededor, significan la luz que disipan las tinieblas del pecado,  son tres de color morado, que hablan del deseo de conversión y una rosa que habla de la alegría vivida con María, por la inminente llegada de Jesús.

    La vela blanca del centro es la Luz de Jesús que con su nacimiento, viene a iluminar definitivamente la vida del hombre.

  • Celebración. Es una costumbre que reúne a la familia, pues es allí en donde se sugiere la celebración. La familia unida hace una oración en torno a la corona, con alguna meditación alusiva a las lecturas dominicales; se enciende una vela cada semana cantando algo que hable de la espera del Salvador. La noche del 24 de diciembre con las cuatro velas encendidas, se enciende por último la vela blanca cantando villancicos y se "acuesta al niño Jesús" en el nacimiento, como de costumbre, desde luego después de haber leído el Evangelio del relato del Nacimiento en Belén y de haber hecho una reflexión y oración todos juntos. Generalmente en los templos se reparten hojas con oraciones sugeridas para esta celebración.

Nuestra preparación: 

Nuestra preparación no tiene que ser sólo litúrgica, sino también espiritual y moral. Llama a la conversión del corazón y a la renovación de vida.

El tiempo de Adviento no es un tiempo de penitencia al estilo de la cuaresma, que busca la conversión por el hecho de conocer el sacrificio de Jesús por nosotros en la cruz. El Adviento es el tiempo favorable para emprender un cambio del corazón y para dar un nuevo y decisivo paso en nuestro caminar espiritual, es conversión como preparación por la espera de Jesús.

La figura de San Juan Bautista destaca de manera especial en adviento. Es un compañero ideal, austero y gozoso a la vez. Su vida fue penitente en grado sumo, pero no resuena en ella nota alguna de tristeza. Como heraldo y precursor del Señor, se regocijo al escuchar la voz de Jesús. Este es el único capaz de sacarnos de nuestra propia complacencia. "¡Arrepentíos, el reino de los cielos está cerca!", gritaba.

La venida espiritual

En Cristo, el Hijo eterno, Dios ha aparecido entre nosotros en forma humana. E intenta entrar en lo más íntimo de nuestras vidas, a fin de compartir su vida con nosotros. Él está a la puerta y llama, pero jamás forzará la entrada. La puerta que da acceso a nuestros corazones sólo puede ser abierta desde dentro.

Fue San Bernardo quien conectó esta venida espiritual de Cristo con el Adviento. En sus sermones para este tiempo habla de tres venidas de Nuestro Señor: su venida que tuvo lugar ya en el nacimiento, su futura venida en la gloria y su venida espiritual, que pertenece al presente. De esta última dice: "Esta venida intermedia es como la senda por la que pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta es nuestro descanso y nuestro consuelo".

Dos venidas entrelazadas

En Navidad celebramos la venida en un momento concreto. Esto no plantea una dificultad especial. Pero hay otra perspectiva, la del futuro, la del retorno de Cristo en gloria al final de los tiempos. Y aquí pude asaltarnos la dificultad. ¿Cómo hay que armonizar estos diversos aspectos?

Tal vez nos sorprenda y nos preguntemos por la conexión existente entre la venida de Cristo que aconteció hace más de dos mil años y su retorno futuro, en una fecha conocida sólo por el Padre.
Pero si reflexionamos, descubrimos que estas dos "venidas" están relacionadas entre sí y se complementan recíprocamente. Se las puede ver como dos fases o aspectos del único misterio de salvación.

Los padres de la Iglesia, fieles a la Escritura, no disociaron estas dos venidas, sino que las consideraron conjuntamente y hablaron de ellas sin separar una de la otra. San Cirilo de Jerusalén decía: "Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola -dice-, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior". Y continúa con la contraposición de estas dos venidas: "En la primera venida fue envuelto con pajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin mido a la ignominia; en la otra vendrá glorificado y escoltado por un ejército de ángeles".

El término mismo "adviento" admite una doble significación. Puede significar tanto una venida que ha tenido ya lugar como otra que es esperada aún: presencia y espera. En el Nuevo Testamento, la palabra griega equivalente es "parousia", que puede traducirse por venida o llegada, pero que se refiere más frecuentemente a la segunda venida de Cristo, al día del Señor.

No podemos proyectarnos a los tiempos del AT, como si esperásemos todavía un Mesías y un salvador. La prolongada noche de la espera ha pasado ya. Nos encontramos en la plenitud de los tiempos. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Es Emmanuel, "Dios con nosotros". Pero a pesar de todo esto, la Iglesia continua aguardando y esperando. Ella espera y ansía la plenitud de la venida de Cristo. El mundo ha sido redimido, pero la historia de la redención continúa. Y continuará hasta que Cristo, el Señor, termine su tarea. El reino de Dios no ha sido establecido aún de manera plena, y la obra de extender el reino de Cristo en la tierra tiene que continuar.

Tiempo de esperanza

La Iglesia es más consciente de que su esperanza descansa en el futuro. Ella mira hacia delante, hacia la restauración de todas las cosas en Cristo, a unos nuevos cielos y una nueva tierra. Sólo entonces alcanzará ella su perfección plena.

Ciertamente, es muy difícil practicar la esperanza en los tiempos que vivimos. Muchísimas son las cosas que militan en su contra: las críticas y ataques a la fe, los valores morales en declive, el materialismo, la secularización se vienen a la alza. Hablando humanamente, hay poquísimos motivos para la esperanza; pro la esperanza cristiana no se basa en meras consideraciones humanas, sino en la bondad y el poder de Dios.

Como pueblo de Dios, tenemos que poner lo que está de nuestra parte para la construcción de un mundo mejor y para preparar un camino al Señor. Ambas tareas son inseparables.

"Vigilar y orar"

La vigilancia es una virtud importante, pero bastante descuidada. Vigilar significa vivir en el pensamiento de la segunda venida de Cristo. Debería ser una actitud de mente constante, que gobernará toda nuestra conducta. Una virtud para todo momento, pero especialmente apropiada durante el Adviento.

Si estamos dispuestos y preparados en todo momento para servir a nuestros prójimos y a Dios, entonces estamos practicando la vigilancia; estamos al acecho de Cristo.

Esta actitud de vigilancia no es algo ansiosa, sino paciente y pacífica; pero es, al mismo tiempo, una postura de alerta.
"Somos más fuertes cuando esperamos que cuando poseemos. Cuando poseemos a Dios (o creemos poseerlo), lo reducimos a aquella pequeña cosa que conocemos y captamos de él, y lo convertimos en un ídolo... pero si sabemos que no le conocemos y si esperamos que él se nos dé a conocer, entonces somos captados, conocidos y poseídos por Él" Paul Tilich

VIRGEN DE GUADALUPE Y JUAN DIEGO PELICULA COMPLETA


jueves, 8 de noviembre de 2012

Pelicula San Martin de Porres


Martín de Porres

Hace 50 años Martín de Porres, hijo de una esclava liberta y un español, subía a los altares y se convertía en el primer santo mestizo de América. Aquel 6 de mayo de 1962, miles de fieles peruanos salieron a las calles para celebrar y honrar a uno de los santos más milagrosos y emblemáticos que estas tierras ha visto nacer.
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Conociendo al santo de la escoba
No existe una imagen que nos indique a cabalidad cómo era Martín. Una escultura en madera hecha en el S XVIII, hallada por Aurelio Miró Quesada Sosa, es el documento gráfico más exacto para describir al santo.
En el momento que la escultura fue tallada Martín tenía 60 años. Pómulos altos, ojos redondos, cabello crespo y nariz un tanto elevada son los rasgos más saltantes del santo limeño.
Desde pequeño Martín amaba la naturaleza. Contemplaba con asombro los árboles y campos de cultivos de las haciendas limeñas. Tenía fascinación por observar cómo los productos del país crecían junto a los frutos traídos de España, como las cañas dulces y las espigas de trigo.
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Cuando ingresa al convento dominico de Nuestra Señora del Rosario se dedica a cuidar y cultivar los jardines. Incluso viajaba a una hacienda que los padres dominicos tenían en Limatambo. El paisaje mestizo combinaba la belleza de las montañas con el olor a mar. Allí podía sembrar, caminar, rezar y curar sin que la vida agitada de nuestra joven capital lo perturbara.
Entre idas y venidas al campo y la ciudad es que ocurre una de las estampas más conocidas de San Martín: juntar a perro, gato y pericote alrededor de un solo plato. Sin embargo, este popular milagro no sería clave para su beatificación y posterior canonización.
Los milagros que lo consagraron como Santo
Para llegar a santo primero hay que ser nombrado beato. La Iglesia Católica encomienda a la Sagrada Congregación de Ritos evaluar al candidato quien para alcanzar la beatificación debe haber realizado dos milagros comprobados de acuerdo con los procesos apostólicos. En el caso de Martín de Porres se presentaron numerosos milagros, siendo los dos siguientes los más aceptados.
El primero fue el concedido a Elvira Moriano quien, según los médicos, perdería la visión del ojo derecho debido a una herida provocada cuando chocó contra una ventana. Un padre dominico le envió una reliquia de Fray Martín y le pidió se encomendara a él. A la mañana siguiente, su ojo estaba sano. Veinte testigos además del informe médico daban por verdadero el celestial hecho.
El segundo milagro comprobado fue el del niño Melchor Varanda, quien cayó del techo de su casa y se rompió el cráneo. Mientras los médicos daban por desahuciado al menor, la afligida madre clamaba la ayuda de Fray Martín. Al día siguiente, el pequeño se levantó como si nada hubiera pasado. Cinco personas corroboraron el hecho.
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Para su canonización, la búsqueda de milagros traspasó nuestras fronteras. La Sagrada Congregación de Ritos aceptó dos casos ocurridos en Paraguay y España.
El primer milagro fue concedido en 1948 a Dorotea Caballero que había sido desahuciada por los médicos, pues no podía ser operada del estómago debido a su avanzada edad. Al encomendarse a Fray Martín sus males desaparecieron y logró vivir hasta los 91 años.
El segundo milagro lo recibió el niño Antonio Cabrera Pérez de cinco años, el cual tenía gangrena en la espalda y en el dedo pulgar del pie izquierdo así como severas lesiones vasculares. La mano milagrosa de Fray Martín se hizo sentir en 1958 cuando Antonio quedó completamente curado.

sábado, 6 de octubre de 2012

Señor de los Milagros llega hoy hasta Catedral de Lima


Se recomienda alejarse de los tumultos en la procesión. Foto: EFE.Sagrada imagen saldrá del santuario de Las Nazarenas. Cuatro mil policías darán seguridad. Defensa Civil llamó a la población a evitar tumultos.
Hoy las puertas del santuario de Las Nazarenas, en la Av. Tacna, se abrirán para que la imagen del Señor de los Milagros inicie sus tradicionales recorridos procesionales en este "mes morado". 
De acuerdo con el programa, la sagrada imagen saldrá de Las Nazarenas con destino a la Basílica Catedral de Lima, donde se quedará hasta el día siguiente, según informó el mayordomo general de la hermandad, José Soto. 
EL RECORRIDO
Los fieles podrán seguir a la venerada imagen desde la Av. Tacna para luego seguir por la Av. Emancipación. Desde allí, las andas del Cristo Moreno doblarán por el Jr. Chancaypara tomar el Jr. Callao y por esta vía llegar directamente hasta la Plaza Mayor de Lima. 
Los seis recorridos que el Señor de los Milagros tendrá por el Centro de Lima estarán resguardados por cuatro mil policías, entre los que se encontrarán efectivos de la Unidad de Desactivación de Explosivos, Policía Canina, División de Tránsito, entre otros. Ellos tendrán a su cargo detectar y mitigar cualquier acto de desorden que pueda originarse, detalló el general PNP Aldo Miranda, titular de la Sétima Dirección Territorial de la Policía Nacional. 
Como él, otras autoridades instaron a la población a tener en cuenta algunas normas si piensa asistir a la procesión. 
EVITAR LOS TUMULTOS
Por ejemplo, el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) recomendó a los asistentes mantenerse lejos de los tumultos y aglomeraciones. Además, si van a ir acompañados de adultos mayores o niños colocarles una tarjeta con sus datos y adherida a la ropa. 
Mañana domingo la ceremonia religiosa más importante del mes continuará con una misa que será oficiada por en la Catedral de Lima a las 11 a.m. Luego de la homilía, la sagrada imagen iniciará su segundo recorrido procesional de retorno al templo de Las Nazarenas, donde se quedará hasta el jueves 18 de octubre, fecha en que reiniciará sus recorridos acompañado de miles de fieles. 
Entre ellos –dijo el mayordomo José Soto– habrá 150 devotos que vienen desde Bolivia, Estados Unidos, Brasil, Argentina y otros países especialmente para demostrar su fe. 
RECORRIDOS
Continúan. El cuarto recorrido de la efigie será el viernes 19 de octubre y empezará con una misa en el atrio de la Parroquia Nuestra Señora de las Victorias, mientras que el quinto se realizará el domingo 28 de octubre y el sexto está programado para el 1° de noviembre.

lunes, 17 de septiembre de 2012

FIESTA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO PATRONA DE LIDERAZGO MISIONERO DE CRISTO EN LIMA PERÚ


COMENZAREMOS CON LAS NOVENAS SERAN TRANSMITIDO POR LA RADIO 
LUNES 1 DE COTUBRE  karina Isabel Vergara Mostacero Norma Mostacero de Vergara y German Vergara Vega
familia Vergara Mostacero
MARTES 2 DE OCTUBRE  Maria Naty Barbero Y Leni Rosas

MIERCOLES 3 DE OCTUBRE  Claudia Evelyn Diaz Clavijo,Roxy y Carmen Ortega 

JUEVES 4 DE OCTUBRE Andrés Graphic Panamá

VIERNES 5 DEOCTUBRE Maricela Soria

SABADO 6 DE OCTUBRE Lety Gonzales y Bertha A. Gonzalez

DOMINGO 7 DE OCTUBRE  Psuniversitaria Peru

LUNES 8  DE OCTUBRE  Fiesta central 

Pablo de Tarso, el misionero y esclavo de Cristo (película completa)


Sacerdote para siempre quiero ser - Musica Catolica


Sacerdote para siempre quiero ser - Jesed


viernes, 14 de septiembre de 2012

Joven busca a Dios


EXALTACIÓN de la SANTA CRUZ



Día litúrgico: 14 de Septiembre: La Exaltación de la Santa Cruz
Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna
Hoy, el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos: la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).

Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.

«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados».

jueves, 30 de agosto de 2012

Conoce quién fue Santa Rosa de Lima

Fe. Hoy, como todos los años, los fieles llegarán a la Av. Tacna para venerar a la santa.

Rosa de Santa María, conocida en la Iglesia Universal como Santa Rosa de Lima, nace en la capital de Perú, denominada "Ciudad de los Reyes", el 30 de Abril de 1586 y fallece en la misma el 24 de agosto de 1617.
“Es la primera santa que antes de ser canonizada -sólo 54 años después de su muerte, en 1671- sería proclamada -cosa excepcional- patrona del Perú (1669), del Nuevo Mundo y de Filipinas (1670)”1.
Ella es la primera rosa que el continente americano ofrecía al Altísimo, el primer fruto de nuestra Iglesia que, nacida en Oriente, y extendida hacia Europa, recién llegaba a un territorio que le había permanecido oculto, pero que ya encerraba una riquísima historia y cultura que hasta hoy asombra al mundo entero.
En Lima se vivía la denominada “época dorada de la santidad”. Una constelación de santos tuvieron como escenario de vida esta ciudad: Rosa conoció a san Martín de Porres, y san Juan Masías, dominicos, fue confirmada en 1597 en Quives, Canta, por el segundo arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo y oyó las predicaciones de san Francisco Solano y san Juan Masías. 



Hoy se celebra la festividad de Santa Rosa de Lima, patrona de Perú, América y Filipinas, la primera santa de América.
Isabel Flores de Oliva nació el 30 de abril de 1586. Sus padres fueron Gaspar Flores y María de Oliva. Tuvo doce hermanos.

Con su numerosa familia, la pequeña Rosa se trasladó al pueblo de Quives, en la cuenca del Chillón. La casa en la que vivió es visitada por cientos de fieles en su festividad.

En su juventud, Rosa vuelve a Lima e ingresa a la tercera orden de Santo Domingo, imitando así a Santa Catalina de Siena.

Según sus biógrafos, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en un huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era lleno de puntas sirviendo así como una corona de espinas.

"Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de Él, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma", refiere el portalCorazones.org.

Ya cerca del final de su vida, cayó gravemente enferma. Pasó los últimos tres meses de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza, un contador cuya familia le tenía particular cariño. En este lugar se levanta el Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima.

martes, 31 de julio de 2012

¿Qué es la Asunción de María?

 La Asunción de María (o la Asunción de la Virgen) es una doctrina que enseña que después de que la madre de Jesús murió, ella fue resucitada, glorificada, y llevada físicamente al cielo. La palabra asunción es tomada de la palabra latina que significa “llevado arriba.” La asunción de María es enseñada por la Iglesia Católica Romana, y en menor grado por la Iglesia Ortodoxa Oriental. 

La doctrina de la asunción de María tuvo sus inicios en el Imperio Bizantino alrededor del siglo VI. Una festividad anual en honor de María creció gradualmente hasta convertirse en una conmemoración de la muerte de María, llamada la Fiesta de la Dormition o “Dormición.” Al extenderse la práctica por el occidente, se hizo un énfasis en la resurrección de María, y la glorificación tanto de su alma como de su cuerpo, y así el nombre de la festividad fue entonces cambiado al de la Asunción. Aún es observado el 15 de agosto, como lo fue en la Edad Media. La Asunción de María fue hecha un dogma oficial de la Iglesia Católica Romana en 1950 por el Papa Pío XII.

La Biblia registra que Enoc y Elías fueron “llevados” por Dios al Cielo (Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11). Por lo tanto, no es imposible que Dios hubiera hecho lo mismo con María. No está mal creer que Dios “llevó” a María al cielo. El problema es que no existe ninguna base bíblica para la Asunción de María. La Biblia no registra la muerte de María ni la vuelve a mencionar después del capítulo 1 del libro de los Hechos. Así que más bien, la doctrina de la Asunción es el resultado de la exaltación de María a una posición comparable a la de su Hijo. Algunos católicos romanos van mucho más lejos al enseñar que María fue resucitada al tercer día, igual que Jesús, y que María ascendió al Cielo, igual que Jesús. El Nuevo Testamento enseña que Jesús resucitó al tercer día (Lucas 24:7) y que Él ascendió corporalmente al cielo (Hechos 1:9). El asumir que sucedió lo mismo con María es atribuirle a ella algunos de los atributos de Cristo. Mientras que la idea de la Asunción de María no es herética en sí misma, en la Iglesia Católica Romana, la Asunción de María es un paso importante hacia el porqué se le reza, se le venera, y se le adora a María. La enseñanza de la Asunción de María es un paso más para hacerla igual a Cristo, proclamando esencialmente la deidad de María.

domingo, 11 de marzo de 2012

Roma reúne las obras de Tintoretto en una gran exposición


Santos

Fray Vicente Valverde

A Fray Vicente Valverde lamentablemente sólo se le recuerda por el requerimiento que hiciera al Inca Atahualpa en la circunstancia de su captura. A partir de este único hecho se pretende interpretar su persona, vida y obra. Más aún, hay quienes lo han propuesto como símbolo de la acción de la Iglesia a lo largo de toda la historia de la Conquista y del Virreinato, es decir como la institución que favoreció la opresión y la injusticia contra los indígenas, lo cual resulta falso y no conforme con la verdad histórica. Es la “leyenda negra” sobre el dominio español en América, difundida particularmente por razones políticas por autores ingleses y franceses para desacreditar a España y la obra evangelizadora. Valverde desarrollaría una acción que resulta ejemplar, comenzando por el hecho de haber tenido el valor de acompañar la expedición conquistadora hacia tierras desconocidas, sin saber lo que iba a encontrar.
Después de entrar con Francisco Pizarro al Cusco el 23 de marzo de 1534, regresó luego a España a exponer las necesidades que exigía la obra de la evangelización en América. Fue nombrado primer Obispo del Cusco. Valverde se convirtió en “Protector de los indios”, redactando varios informes en los que denunciaba los maltratos de que eran víctimas los naturales, especialmente en los momentos de las guerras civiles entre pizarristas y almagristas que trajeron desolación y desorden a la ciudad del Cusco.
Con ocasión de la sublevación de Manco Inca, que ocasionó que el maltrato a los indios aumentara, Valverde llega a escribir que es difícil tarea, “la de defender a esta gente de la boca de tantos lobos como hay contra ellos”. Después de diez años de intensos trabajos apostólicos, fue muerto en circunstancias misteriosas en la isla de Puna (cerca de Guayaquil), el 31 de octubre de 1541, cuando se dirigía al encuentro del gobernador Vaca de Castro con el fin de buscar una solución a la disputa y falta de solidaridad y unión que había entre los españoles que vivían en su diócesis. Fue un hombre de particular valor y fortaleza, así lo reflejan las palabras que le escribiera en una ocasión al Rey de España: “Y Vuestra Majestad puede creer que después que entré en esta tierra yo he tenido tantos trabajos y tanta contradicción en servir a Dios y Su Majestad, que si no fuera porque Vuestra Majestad me tuviera por pusilánime y por hombre que no era para poner el pecho a estas cosas y otras mayores, ya me hubiera vuelto a Vuestra Majestad”.

San Francisco Solano, Apóstol del Perú y de la Argentina (1549 – 1610)

Sin lugar a dudas gran apóstol de América del Sur y especialmente del Perú. Sus restos están enterrados precisamente en la ciudad de Lima.
Su ejemplo nos hace presente el de tantos misioneros no sólo franciscanos sino de otras órdenes religiosas, que entregaron su vida por entero a la evangelización del Nuevo Mundo. Verdadero Apóstol de América, tanto por la extensión de su labor misional como por las huellas que dejó a su paso, San Francisco Solano, no sólo recorrió gran parte del Perú de entonces, sino otros cinco países de América del Sur. Nació el 10 de marzo de 1549 en Montilla (Córdoba). Sus padres eran gente de buena posición. A los veinte años de edad decide vestir el hábito franciscano atraído por la pobreza y la vida tan sacrificada de estos religiosos.
Hace su profesión religiosa el 25 de abril de 1570 y es ordenado sacerdote en 1576. Tiene gran afición por la música, la que cultivó toda su vida. Por ello es nombrado en el convento sevillano de Nuestra Señora de Loreto, vicario de coro, es decir, encargado de dirigir el rezo y los cantos del oficio divino. Era amante de la austeridad y la pobreza. Hay que mencionar que el primer anhelo del santo al abrazar la vida religiosa era la de ser mártir. Solicitó sin éxito ser destinado a Berbería (nombre genérico con que se designa el conjunto de países del noroeste de África: Trípoli, Túnez, Argelia y Marruecos, todos ellos poblados por bereberes), para morir en el intento de evangelizar a los africanos. En vista a la negativa de sus superiores, se fija otra meta: venir a América. De regreso en Montilla (su ciudad natal) a raíz de la muerte de su padre y para visitar a su madre enferma y casi ciega, realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como milagrero. En América por la cantidad de prodigios y milagros que realizaría se le llegó a llamar “el Taumaturgo del nuevo mundo”.
Ante el pedido que el rey Felipe II hiciera a los franciscanos para que enviaran más misioneros a Sudamérica para extender la fe cristiana en estas tierras, Francisco fue elegido para esta misión, para gran alegría suya.
Llega a Lima en 1590 y por veinte años recorrió el continente americano predicando el Evangelio especialmente a los indios. Su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie con grandes peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin ninguna comodidad. Tan sólo con la confianza puesta en Dios y movido por el deseo de salvar almas. Se enfrenta a las tribus guerreras de aquellas zonas con solo el crucifijo en la mano y después de predicarles la buena nueva logra que todos le empiecen a escuchar primero y a pedir el bautismo después. El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Así alegraba a sus oyentes con su música y sus canciones.
Misionó por más de 11 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo a innumerables indios y colonos españoles. Dicen sus biógrafos que emulando a su padre fundador San Francisco de Asís, tuvo una relación especial con los animales llegando incluso a enfrentar y calmar a serpientes y toros bravos.
Posteriormente sus superiores lo nombran Guardián del Convento de la Recolección que acababa de fundarse en Lima (conocido por nosotros como el convento de los Descalzos), cargo que aceptó por obediencia ya que se consideraba incapaz para ejercer el gobierno. Daba consejos sabios y prudentes y cuando tenía que reprender a alguno de sus frailes lo hacía con gran caridad. Sus penitencias y su gran espíritu de oración no le impedían ser alegre. Solano fue conocido como el santo de la alegría. En 1601 fue elegido Secretario y acompañante del superior provincial. Pero su frágil estado de salud hizo que en menos de un año dejara el cargo y fuera destinado a la ciudad de Trujillo, ciudad fundada por Francisco Pizarro apenas 50 años antes de la llegada de Fray Francisco Solano al Perú.
Allí se dedica a visitar enfermos, a predicar en el hospital de la ciudad, a visitar a los presos, a preparar a bien morir a los moribundos, etc. En 1604 volvió a Lima al convento de los Descalzos, donde viviría hasta su muerte. A pesar de estar delicado de salud, continúa con sus penitencias y pasaba noches enteras en oración. Visitaba de continuo a los enfermos y salía a las calles con su cruz en la mano a predicar. Predicaba en todo lugar: en los talleres, las calles, los monasterios, las plazas, incluso en los corrales de teatro. Ese año, 1604, pronuncia un célebre sermón en las calles de Lima que conmueve a la ciudad e impulsa a muchos al arrepentimiento y la conversión. En octubre de 1609 un gran terremoto sacude la ciudad de Lima. Poco después se producen hasta 14 nuevos temblores. Las iglesias se llenaron de gentes. Solano salió a predicar y a consolar a las personas.
En 1610 su salud estaba muy venida a menos debido a su vida de penitencia, sus trabajos y privaciones. Por ello Fray Solano pasó a vivir a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas podía salir a visitar a los enfermos y a predicar, aunque procuraba siempre estar con los demás frailes en el refectorio. Muere el 14 de julio de ese año. Su cuerpo era poco más que un esqueleto humano. Se había consumido totalmente por Cristo y los hermanos, haciendo vida la enseñanza de San Pablo: “Con gusto me gastaré y me desgastaré para que Cristo sea más amado y conocido”. 8 Su entierro fue apoteósico, asistiendo toda la ciudad, desde el virrey y el arzobispo, hasta los más humildes. Todos con la misma idea: haber asistido al entierro de un santo.
Fue beatificado por el Papa Clemente X en 1675 y canonizado por el Papa Benedicto XIII en 1726. En su tiempo vivieron en Lima todos nuestros santos: Santo Toribio de Mogrovejo, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y San Juan Macías.

Santo Toribio de Mogrovejo, II Arzobispo de Lima y Patrono del Episcopado Latinoamericano (1538 – 1606).

Sin lugar a dudas, Toribio Alfonso de Mogrovejo, cuyo IV centenario de ingreso a la gloria celestial celebráramos jubilosos el año pasado, es el más grande evangelizador y misionero que ha tenido el Perú y América.
A manera de introducción y para comprender la magnitud de su vida y obra, escuchemos la breve pero contundente descripción que del Santo nos da de manera autorizada el Doctor José Agustín de la Puente Candamo:
“La mejor organización de la vida de la Iglesia, el conocimiento de la realidad del Perú, la permanente preocupación por la evangelización del hombre andino, la enseñanza de su vida ejemplar, son algunos de los planos que nos permiten descubrir el vínculo profundo entre Toribio de Mogrovejo y el Perú. Es el gran educador del hombre de la sociedad peruana...uno de los grandes forjadores de la nacionalidad...uno de los artífices de la nueva sociedad (peruana)...La obra de gobierno de Toribio de Mogrovejo, la afirmación y defensa de sus derechos y obligaciones, su apostolado con los indios y la defensa del hombre nativo como persona humana que es, todo esto es posible, como el esfuerzo singular de las «visitas», por la calidad humana y la santidad de vida del Arzobispo de Lima. Toda su obra muestra y es fruto de su vida y de su virtud. Austero, alegre, sobrio, caritativo, penitente, cumplidor, minucioso del deber, generoso, ganaba el corazón de los hombres y comunicaba el amor a Dios”. 9
Toribio nació en Mayorga, España en 1538. Estudió Derecho en las Universidades de Coimbra y Salamanca. El Rey Felipe II lo nombró juez principal de la Inquisición en Granada. Al quedar vacante la Sede Arzobispal de Lima, el Rey decidió enviarlo como Arzobispo a la ciudad de los reyes. El Papa Gregorio XIII lo nombró Arzobispo de Lima como sucesor del Arzobispo Fray Jerónimo de Loayza. Después de recibir las sagradas órdenes, ya que al momento de su elección Toribio era laico, el Santo Arzobispo de Lima parte para el Perú y desembarca en el puerto de Paita al atardecer del 11 de marzo de 1581. Desde ahí comenzó a dar los primeros pasos que lo llevarían en 25 años de episcopado a recorrer un total aproximado de 40,000 kilómetros, llevando la luz y el calor del Evangelio por todo el Perú.
La empresa misionera de Santo Toribio, iba a desarrollarse en una Arquidiócesis de enorme extensión, unos mil por trescientos kilómetros. Abarcaba, en efecto, desde Chiclayo y Trujillo al norte, hasta Ica al sur, más las regiones andinas, desde Cajamarca y Chachapoyas hasta Huancayo y Huancavelica, y aún más al oriente por Moyobamba. A las ciudades ya nombradas se añadían Huaylas, Cinco Villas, Cañete, Carrión, Chancay, Santa, Saña -donde vino a morir-, más otros pueblos y unas 200 reducciones y doctrinas de indios.
Pero además era Lima una Arquidiócesis de suma importancia en lo eclesiástico, pues tenía como diócesis sufragáneas la vecina de Cusco, las de Panamá y Nicaragua, Popayán (Colombia), La Plata o Charcas (Bolivia y Uruguay), Santiago y La Imperial, después trasladada a Concepción (Chile), Río de la Plata o Asunción (Paraguay) y Tucumán (Argentina). Es decir, casi toda Sudamérica y parte de Centroamérica quedaba presidida por este hombre de Dios.
La Arquidiócesis de Lima, era fundamentalmente un territorio misionero. Y muy consciente de ello, Santo Toribio, a diferencia de otros obispos que se quedaban en su sede y dejaban a los religiosos y doctrineros (catequistas) la acción propiamente misional, se dedicó principalmente al apostolado entre los indios, limitando casi sus estancias en Lima a los tiempos en que se celebraron sus tres Concilios o los Sínodos diocesanos.
Santo Toribio recorrió toda su extensa Arquidiócesis. A las visitas pastorales dedicó 14 de sus 25 años de episcopado. La primera visita le tomó 7 años (1584-1590); la segunda 5 años (1593-1597), y la tercera 2 años (1605-1606). Será en ésta última donde el Señor le llamará a su Reino para darle el premio que tiene reservado a sus mejores servidores. Resulta asombroso lo que Santo Toribio pasó recorriendo aquellas inmensas distancias en sus visitas pastorales, sorteando peligros, fatigas, hambre, frío, y muchas otras situaciones de alto riesgo. Como los itinerarios de sus viajes quedaron registrados al detalle en el libro de sus visitas pastorales, puede calcularse con bastante exactitud que recorrió unos 40.000 kilómetros. Este hombre, de buena salud, pero de constitución física no demasiado fuerte, que hasta los 43 años lleva una vida sedentaria y que a esa edad inicia 25 años de vida pastoral intensa, la mayor parte de ella de camino, viviendo en chozas o a la intemperie, alimentándose muchas veces con sólo pan y agua o con lo que los indios le comparten desde su pobreza, soportando la inclemencia del tiempo, es una demostración patente de que el hombre lleno del amor de Dios y con el corazón inflamado de celo por la misión evangelizadora es capaz de todo, “y es que para Dios no hay nada imposible”. 10 “No es nuestro el tiempo”, “la vida es breve y conviene velar cada uno sobre lo que tiene a su cargo solía repetir, demostrándolo con el ejemplo de una vida de total entrega al anuncio del Evangelio, no conociendo lo que era el descanso y mucho menos las vacaciones.
Apóstol de la Confirmación, administró este sacramento a cerca de 800,000 personas e hizo más de 500,000 de bautismos. Entre aquellos a quienes confirmó estuvieron nada menos que Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres.
Él mismo escribe al papa Clemente VIII acerca de sus visitas pastorales: “Después que vine de España a este Arzobispado de los Reyes, por el año de ochenta y uno, he visitado por mi persona y estando legítimamente impedido por mis Visitadores, muchas y diversas veces el Distrito, conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando lo que ha parecido convenir, y predicando los domingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua, y confirmando mucho número de gente…y andando y caminando más de cinco mil y doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos, y ríos, rompiendo por todas las dificultades, y careciendo de todo” 11 .
Sin embargo, Toribio no descuida para nada su vida espiritual, consciente de que el apostolado no es otra cosa sino sobreabundancia de amor y que la oración es el secreto de la fecundidad de un apóstol y misionero. Impresiona leer a los biógrafos del Santo Arzobispo de Lima cuando describen su horario cotidiano de vida espiritual: “Se levantaba a las seis de la mañana, sin que a vestirle y calzarle asistiesen mozos o ministros de cámara porque su honestidad no se sujetó jamás a estilos de palacio, ni circunstancias de grandeza. Decía sus devociones primero, y después en su humilde aposento, rezaba las Horas canónicas. Satisfecha esta obligación, bajaba por camino reservado de la casa arzobispal a la Catedral, donde celebraba la Misa, con tanta devoción y ternura, como pide aquel divino misterio. Acabado el santo sacrificio discurría por todo el templo y sacristía, haciendo de rodillas oración en cada uno de sus altares (…) Hechas estas piadosas visitas se volvía alegre a su palacio, sin permitir que ningún ministro de la Iglesia le acompañase, y entrando en su oratorio, puesto de rodillas, empleaba dos horas en oración mental (…) En anocheciendo, se recogía a su oratorio, donde hasta las ocho, se suspendía en contemplaciones celestiales de la divina bondad. Después salía fuera, y junto con sus capellanes rezaba con atenta y devota pausa y reverencia, a coros, los Maitines. En acabando el oficio se iba a cenar, y abreviando su cena con una ligera colación de pan y agua, volvía a su cuarto, en el cual, decía el oficio parvo de Nuestra Señora, el de los Difuntos y otras devociones particulares”. 12
Para la evangelización de los indios impulsó el conocimiento de las lenguas nativas por parte de los misioneros. El mismo Santo Toribio, estudió el quechua y a poco de llegar al Perú, lo usaba para predicar a los indios y tratar con ellos. Siendo tantas las lenguas y dialectos existentes, solía llevar intérpretes para hacerse entender en sus innumerables visitas. Con todo, en su proceso de beatificación se dio testimonio que en algunos casos tuvo el don de lenguas en forma milagrosa.
Al arribar al Perú, descubre que la acción evangelizadora de la Iglesia atravesaba un momento de seria crisis. La disposiciones de su predecesor el Arzobispo Jerónimo Loayza y de los dos Concilios de Lima no eran tomadas en cuenta. Asimismo la catequesis y la doctrina necesitaban adecuarse mejor a una pastoral indígena más sólida. Por ello y con la ayuda del Padre José de Acosta, organiza el III Concilio Limense (1582-1583) obra maestra de legislación eclesial de Santo Toribio, aunque realiza en total trece sínodos arquidiocesanos y tres concilios provinciales. El III Concilio Limense, establece las bases de la evangelización de América Latina.
“Fue la asamblea eclesiástica más importante que vio el Nuevo Mundo hasta el siglo de la Independencia latinoamericana, y uno de los esfuerzos de mayor aliento realizados por la jerarquía de la Iglesia y la Corona española para enderezar por cauces de humanidad y justicia los destinos de los pueblos de América, como exigencia intrínseca de su evangelización”. 13 El III Concilio Limense, fue la aplicación del gran Concilio de Trento (1545-1563) a la realidad de América Latina. El Concilio dividió su cuerpo canónico en cinco partes o acciones.
Entre sus disposiciones y frutos más notables están los siguientes:
1. La defensa y el cuidado de los indios, para protegerlos de cualquier abuso o explotación y promoverlos humanamente. Este cuidado incluía además una labor de educación social: “que los indios sean instruidos en vivir políticamente”, es decir “dejadas las costumbres bárbaras y salvajes, se hagan a vivir con orden y costumbres políticas”. Para ello el III Concilio Limense planteó el establecimiento de las doctrinas-parroquias. En cuanto a los sacerdotes que tenían el cuidado de los indios se les recuerda que “son pastores y no carniceros, y que como hijos los han de sustentar y abrigar en el seno de la caridad cristiana”.
2. La obligación del uso de la lengua indígena en la catequesis y la predicación.
3. El Catecismo trilingüe (en castellano, quechua y aymara), conocido como el Catecismo de Santo Toribio, con el cual se logró unificar el adoctrinamiento de los indios en casi toda América Latina. El Concilio ordena a todos los sacerdotes “so pena de excomunión, que tengan y usen este catecismo, dejados todos los demás”. Sin lugar a dudas el Catecismo es el fruto más valioso de este Concilio.
4. Las Visitas Pastorales. Estas son urgidas con gran firmeza como deber canónico, con el fin de que Pastor conozca a sus ovejas y éste sea conocido por ellas (ver Jn 10, 14).
5. La Dignificación del Clero, su adecuada formación doctrinal y pastoral para una conveniente evangelización y vida de santidad sacerdotal.
6. La Liturgia, que ha de celebrarse con gran esplendor y ceremonia, pues “esta nación de indios se atraen y provocan sobremanera al conocimiento y veneración del Sumo Dios con las ceremonias exteriores y aparato del culto divino”. Por tanto ha de ponerse gran cuidado y procurar que haya “escuela y capilla de cantores y juntamente música de flautas y chirimías y otros instrumentos acomodados en las iglesias”.
7. Los Seminarios. El Concilio impulsa la creación de Seminarios siguiendo las disposiciones de Trento, cuidando la elección y la formación de los candidatos al sacerdocio. Teniendo presente esta disposición, Santo Toribio funda el Seminario de Lima, que hoy lleva su nombre, uno de los primeros de América en aplicar el modelo de Trento.
8. El Número de Sacerdotes. El II Concilio Limense había denunciado el hecho que muchas veces un sacerdote tiene a su cargo a innumerables indios y establece que debe haber un sacerdote por cada 1,300 almas de confesión. En una de sus cartas al Rey, Santo Toribio le informa “como negocio de mucha consideración y digno de ser llorado con lágrimas de sangre”, el caso de una parroquia de 5,000 almas de confesión, con cuatro anexos que está a cargo de un solo sacerdote. De esta manera el III Concilio Limense acuerda poner un sacerdote por cada mil o cada setecientas almas de confesión. Para lograr esta meta, el Santo Arzobispo promueve el clero indígena y criollo, es decir el clero nativo. Para ello se debe prescindir de toda discriminación racial, no excluir de las Órdenes a grupo alguno de los naturales, sino admitirlos a todos por igual en principio: criollos, mestizos e indios.
Mucho más podríamos hablar de Santo Toribio, que por todo lo dicho y mucho más fue declarado con justicia, patrono del Episcopado Latinoamericano por S.S. Juan Pablo II, el 10 de mayo de 1983. Quien sabe nos falte tan sólo agregar el gran amor de hijos que los indios le tenían y por ello no saben llamarle más que “Padre santo” y cuando después de bendecirlos se despedía de ellos para ir a otro pueblo, los indios lloraban como si se les ausentase su verdadero padre. Y es que realmente lo era: “porque maestros en la fe cristiana podréis tenerlos a millares, pero padres, no; he sido yo quien os he engendrado para la fe”. 14 De otro lado era un hombre de una gran caridad. De su propio peculio financió escuelas, hospitales, templos y nuevas doctrinas. Todo lo regalaba y vivía en gran austeridad y pobreza.
A los 68 años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo (norte de Lima). Murió en Zaña el 23 de marzo de 1606. Y luego de recibir la Unción de los enfermos, en Jueves Santo, día de su muerte, pide al prior agustino que tañese el arpa y rezó: “A ti, Señor, me acojo…En tus manos encomiendo mi espíritu”. El “protector de los indígenas”, fue un infatigable misionero y organizador de la Iglesia en nuestras tierras. Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio IX en 1679 y canonizado por Benedicto XIII en 1726.
Que Santo Toribio de Mogrovejo sea nuestro modelo en nuestro trabajo evangelizador y misionero según la propia vocación y misión, y nuestro intercesor ante Dios para que podamos estar siempre a la altura de lo que Dios espera de nosotros y de lo que la Iglesia necesita.

La Nueva Evangelización

Ahora bien, lamentablemente lo que Puebla llamó Evangelización Constituyente, por el papel clave que, como hemos visto, tuvo ésta en la constitución de la base de la identidad cultural de América Latina, ha venido debilitándose con el tiempo hasta hoy, sea porque no se ha profundizado ni alentado su impulso, sea por agresiones de fuera, principalmente de las ideologías que han surgido de la ilustración (principalmente el liberalismo, el positivismo, y el marxismo) y que han generado el fenómeno que conocemos como “secularismo”, que es el intento de edificar el mundo de lo humano excluyendo a Dios y a lo trascendente, o relegándolo a un lugar secundario a nivel de las creencias personales, diríamos opcionales y sin ninguna pretensión de orientación social y cultural. Es decir a la “sacristía de la vida”.
La pérdida del sentido de lo real, y por lo tanto de la verdad; la crisis de la racionalidad; el relativismo imperante; la dimisión de lo humano que se expresa en la violencia, en el irrespeto a la vida desde su concepción hasta su fin natural (aborto y eutanasia), las injusticias, la pobreza y la explotación de personas, la degradación del ser humano que desconoce su identidad según la naturaleza (homosexualidad), el hedonismo y permisivismos extendidos reflejados en el alcoholismo, la droga y la pornografía; la pérdida de la identidad católica, tanto a nivel personal como comunitario; la falta de vocaciones suficientes a la vida sacerdotal y consagrada; la crisis de la familia y los problemas en los matrimonios; la pretendida redefinición del matrimonio entre personas del mismo sexo; el surgimiento de las sectas y de teologías erradas, etc., son algunas constataciones que nos ayudan a tomar conciencia de la urgencia de emprender todos juntos, según nuestra propia vocación y misión, la gesta de la Nueva Evangelización en continuidad con la Evangelización Constituyente, ya que se hace necesario hoy como ayer llevar al Señor Jesús a un mundo en crisis y en constante cambio.
Fue precisamente el recordado y amado Papa Juan Pablo II el que desarrolló el rico tema de la “Nueva Evangelización”, para describir la misión de la Iglesia en América Latina en el tercer milenio: “La conmemoración del medio milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso vuestro como obispos, junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso, no de re-evangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”. 15
Ante este panorama y los retos de la Nueva Evangelización no debemos caer en desánimo ni desaliento. Debemos recordar las palabras del Maestro: “En el mundo tendréis tribulación. Pero, ¡ánimo! Yo he vencido al mundo”. 16 Y las palabras del Papa Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!” 17 , junto con las de Benedicto XVI el día del comienzo de su pontificado donde nos invitaba a todos a la confianza y amistad profunda con el Señor Jesús, especialmente a los jóvenes: “¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo”. 18
La obra de la Nueva Evangelización es de todos nosotros. Nadie debe sentirse ni excluido ni dispensado. Como bien dijo Juan Pablo II en su primera visita al Perú el año 1985: “Esa empresa (la nueva evangelización) es vuestra hermanos obispos, en primer lugar. Es vuestra, sacerdotes, que sois insustituibles colaboradores de vuestros Pastores. Es vuestra, religiosos y religiosas, pues esa es la causa de Cristo que habéis abrazado. Es vuestra, laicos cristianos, que en el corazón del mundo estáis llamados a construir el reino de Dios. Si vuestra Iglesia acoge ese mensaje de Jesús, podrá decirse de veras que «le sigue porque conoce su voz», la voz de Cristo (ver Jn 10, 4).” 19
Pero con todo surgen las preguntas: ¿Qué hacer ante tantas dificultades? ¿Cómo afrontar el desafío de la Nueva Evangelización? Creo que los misioneros y evangelizadores de la primera hora de la historia de la fe del Perú y de América Latina, cuya gesta gloriosa rápidamente hemos visto, nos pueden ayudar a responder a estas preguntas.
En primer lugar la Nueva evangelización tiene que ser una Evangelización para la santidad. La evangelización constituyente dio como resultados frutos ejemplares de santos: Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Juan Macías, y la Beata Sor Ana de los Ángeles, son prueba patente de ello. Pero además es bueno señalar que sólo en el Perú hay más 89 entre santos y virtuosos conocidos entre 1531 y 1830. 20 Una nueva evangelización debe infundir en peruanos un profundo deseo de santidad, conscientes que la santidad es la plenitud de la humanidad y que no hay mejor evangelizador que el santo y que la santidad es la vocación de todo bautizado: “El renovado impulso hacia la misión “ad gentes” exige misioneros santos. No basta renovar métodos pastorales, ni organizar y coordinar mejor las fuerzas eclesiales, ni explorar con mayor agudeza los fundamentos bíblicos y teológicos de la fe: es necesario suscitar un nuevo «anhelo de santidad» entre los misioneros y en toda la comunidad cristiana particularmente entre aquellos que son los colaboradores más íntimos de los misioneros”. 21
En segundo lugar la Nueva Evangelización tiene que ser una evangelización para la unidad en la fidelidad.
Es decir hay que construir la unidad eclesial, unir en este esfuerzo a los sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, a los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, a las asociaciones laicales, a las hermandades y cofradías, etc. Hay que evitar los exclusivismos y sectarismo de todo tipo que tanto daño hacen a la Iglesia y a su obra misionera. En medio de un mundo divido y a veces enfrentado, la Iglesia debe resplandecer como “casa y escuela de la comunión”, que ayude a sanar rupturas y unir corazones. No hay que olvidar que esta es la hora de los laicos, llamados a hacer presente a la Iglesia en medio del mundo y al mundo en medio de la Iglesia. De ahí la importancia de valorar a los movimientos eclesiales que no son un problema sino don del Espíritu Santo para la evangelización del nuevo milenio y que ciertamente deben desarrollar su apostolado en sintonía y comunión con la Iglesia y el obispo diocesano.
En una evangelización para la unidad en la fidelidad, también será necesario como lo hicieron los Grandes Misioneros del Perú, ser maestros valientes de la verdad, amando al que yerra pero sin dejar de combatir el error. Es decir, ser fieles a la Fe de la Iglesia. Para ello el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica y su versión más breve, el Compendio se hace necesario. Hay que intensificar la catequesis y la formación en la fe. “La reflexión madura en la fe es luz para el camino de la vida y fuerza para ser testigos de Cristo”. 22
En tercer lugar la Nueva Evangelización tiene que ser una evangelización para la dignidad de la persona.
En esto también los misioneros de la primera hora nos dan ejemplo. Ser defensores y promotores de la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en Cristo, el Reconciliador. Desde la doctrina social de la Iglesia, iluminar los problemas del mundo desde la luz de la razón natural, de la fe y de la moral de la Iglesia con el fin siempre de salvar al ser humano en su dignidad integral.
Finalmente la Nueva Evangelización tiene que ser una evangelización en constante sintonía con la Sede Apostólica. Los primeros misioneros supieron construir la cercanía espiritual y la adhesión afectiva y efectiva con los Sucesores de San Pedro, los Papas. Junto con la Eucaristía, la piedad filial a Santa María, la devoción a los santos, el amor a Cristo sufriente en el pobre, el amor al Santo Padre, constituye uno de principales elementos principales de la religiosidad de nuestros pueblos, ya que como bien dice San Ambrosio de Milán, “Donde está Pedro, allí está la Iglesia, y donde está la Iglesia, no hay muerte, sino vida eterna”. 23 (lat. “Ubi Petrus, ibi Ecclesia; ubi Ecclesia, nulla mors, sed vita aeterna”).

María, Estrella de la Nueva Evangelización.

El tema de esta conferencia es “Grandes Misioneros del Perú”. Ciertamente la más grande de todas es nuestra Madre Santísima, llamada con justicia “Estrella de la Evangelización” por Juan Pablo II en su visita a la ciudad de Piura en febrero de 1985. Así como después del anuncio angélico, Ella se puso presurosa en camino hacia la aldea de Ain Karim para visitar a su prima Santa Isabel 24 , así también Ella se puso presurosa en camino con los primeros misioneros para traernos el don de la salvación, para que en nuestros pueblos brillara el Sol que nace de lo alto, Jesucristo, único salvador del mundo ayer, hoy y siempre.
Su aparición en Guadalupe es testimonio elocuente de que Ella ha sido la que nos trajo y la que nos trae constantemente al Señor Jesús, su Hijo. Asimismo ver cómo Ella es venerada en cada país de nuestra América Latina, bajo distintas advocaciones, es señal clara de que Ella es guía segura a Cristo, “quien no solo reconcilia al hombre con Dios, sino que lo reconcilia también consigo mismo, revelándole su propia naturaleza”. 25 En el caso del Perú con amor filial Santa María es venerada en toda nuestra geografía. A Ella le pedimos en esta hora de la Nueva Evangelización que no deje de llevar a Jesús en sus manos, para que lo lleve a los corazones de todos los que en esta tierra tan amorosamente confían en Ella y que a todos nosotros nos ayude a difundir el anuncio de Jesucristo al que somos invitados.
Muchas gracias.