domingo, 30 de diciembre de 2012
FELIZ AÑO NUEVO 2013
Ubicación: Lima - Perù
Lima, Perú
jueves, 13 de diciembre de 2012
EL ADVIENTO
Significado del Adviento: Al celebrar la Iglesia el Adviento, te invita a meditar en la venida del Señor. Esta venida se nos presenta en tres dimensiones:
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Adviento Histórico. Es la espera en que vivieron los pueblos que ansiaban la venida del Salvador. Va desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Escuchar en las lecturas a los Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la llegada del Señor. Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada del Mesías y la liberación que esperaban de él.
-
Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un Adviento actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al hombre, como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que viene del Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta realidad, para estar con el corazón abierto, listo para que entre el Señor. El Adviento, entendido así, es de suma actualidad e importancia.
-
Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva del Señor, al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a cada uno según sus obras. La Iglesia invita al hombre a no esperar este tiempo con temor y angustia, sino con la esperanza de que, cuando esto ocurra, será para la felicidad eterna del hombre que aceptó a Jesús como su salvador.
Esta celebración manifiesta cómo todo el tiempo gira alrededor de Cristo, el mismo ayer, hoy y siempre; Cristo el Señor del tiempo y de la Historia.
Esquema del adviento: Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:
I Domingo, la vigilancia en espera de la venida del Señor.
Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento".
Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.
II Domingo, la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista.
Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.
III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo.
Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas, que inician el próximo día 16. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.
IV Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.
Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
Corona de Adviento:
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Origen. La Corona de Adviento con sus cuatro velas es un símbolo tradicional de Alemania difundido por todo el mundo. Representaba el ruego para que el dios-sol regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cristianos luteranos, al ver en Jesucristo el origen de la vida y luz espiritual, adoptaron este símbolo para expresar y vivir su fe en torno a la persona del Mesías.
-
Significado. El círculo de follaje verde, recuerda la eternidad de Dios y nos hace pensar en los miles de años de espera del Mesías, desde Adán hasta su nacimiento y, en la actual espera de la segunda venido de Cristo. El color verde significa la esperanza de la vida.
Las cuatro velas que se colocan alrededor, significan la luz que disipan las tinieblas del pecado, son tres de color morado, que hablan del deseo de conversión y una rosa que habla de la alegría vivida con María, por la inminente llegada de Jesús.
La vela blanca del centro es la Luz de Jesús que con su nacimiento, viene a iluminar definitivamente la vida del hombre.
-
Celebración. Es una costumbre que reúne a la familia, pues es allí en donde se sugiere la celebración. La familia unida hace una oración en torno a la corona, con alguna meditación alusiva a las lecturas dominicales; se enciende una vela cada semana cantando algo que hable de la espera del Salvador. La noche del 24 de diciembre con las cuatro velas encendidas, se enciende por último la vela blanca cantando villancicos y se "acuesta al niño Jesús" en el nacimiento, como de costumbre, desde luego después de haber leído el Evangelio del relato del Nacimiento en Belén y de haber hecho una reflexión y oración todos juntos. Generalmente en los templos se reparten hojas con oraciones sugeridas para esta celebración.
Nuestra preparación:
Nuestra preparación no tiene que ser sólo
litúrgica, sino también espiritual y moral. Llama
a la conversión del corazón y a la renovación
de vida.
El tiempo de Adviento no es un tiempo de penitencia
al estilo de la cuaresma, que busca la conversión por el
hecho de conocer el sacrificio de Jesús por nosotros en la
cruz. El Adviento es el tiempo favorable para emprender un cambio
del corazón y para dar un nuevo y decisivo paso en nuestro
caminar espiritual, es conversión como preparación
por la espera de Jesús.
La figura de San Juan Bautista destaca de manera
especial en adviento. Es un compañero ideal, austero y gozoso
a la vez. Su vida fue penitente en grado sumo, pero no resuena en
ella nota alguna de tristeza. Como heraldo y precursor del Señor,
se regocijo al escuchar la voz de Jesús. Este es el único
capaz de sacarnos de nuestra propia complacencia. "¡Arrepentíos,
el reino de los cielos está cerca!", gritaba.
La venida espiritual
En Cristo, el Hijo eterno, Dios ha aparecido entre
nosotros en forma humana. E intenta entrar en lo más íntimo
de nuestras vidas, a fin de compartir su vida con nosotros. Él
está a la puerta y llama, pero jamás forzará
la entrada. La puerta que da acceso a nuestros corazones sólo
puede ser abierta desde dentro.
Fue San Bernardo quien conectó esta venida
espiritual de Cristo con el Adviento. En sus sermones para este
tiempo habla de tres venidas de Nuestro Señor: su venida
que tuvo lugar ya en el nacimiento, su futura venida en la gloria
y su venida espiritual, que pertenece al presente. De esta última
dice: "Esta venida intermedia es como
la senda por la que pasa de la primera a la última: en la
primera, Cristo fue nuestra redención; en la última,
aparecerá como nuestra vida; en ésta es nuestro descanso
y nuestro consuelo".
Dos venidas entrelazadas
En Navidad celebramos la venida en un momento
concreto. Esto no plantea una dificultad especial. Pero hay otra
perspectiva, la del futuro, la del retorno de Cristo en gloria al
final de los tiempos. Y aquí pude asaltarnos la dificultad.
¿Cómo hay que armonizar estos diversos aspectos?
Tal vez nos sorprenda y nos preguntemos por la
conexión existente entre la venida de Cristo que aconteció
hace más de dos mil años y su retorno futuro, en una
fecha conocida sólo por el Padre.
Pero si reflexionamos, descubrimos que estas dos "venidas"
están relacionadas entre sí y se complementan recíprocamente.
Se las puede ver como dos fases o aspectos del único misterio
de salvación.
Los padres de la Iglesia, fieles a la Escritura,
no disociaron estas dos venidas, sino que las consideraron conjuntamente
y hablaron de ellas sin separar una de la otra. San Cirilo de Jerusalén
decía: "Anunciamos la venida de Cristo, pero no una
sola -dice-, sino también una segunda, mucho más magnífica
que la anterior". Y continúa con la contraposición
de estas dos venidas: "En la primera venida fue envuelto
con pajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz
como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin mido a
la ignominia; en la otra vendrá glorificado y escoltado por
un ejército de ángeles".
El término mismo "adviento"
admite una doble significación. Puede significar tanto una
venida que ha tenido ya lugar como otra que es esperada aún:
presencia y espera. En el Nuevo Testamento, la palabra griega equivalente
es "parousia", que puede traducirse por venida o llegada,
pero que se refiere más frecuentemente a la segunda venida
de Cristo, al día del Señor.
No podemos proyectarnos a los tiempos del AT,
como si esperásemos todavía un Mesías y un
salvador. La prolongada noche de la espera ha pasado ya. Nos encontramos
en la plenitud de los tiempos. La Palabra se hizo carne y habitó
entre nosotros. Es Emmanuel, "Dios con nosotros". Pero
a pesar de todo esto, la Iglesia continua aguardando y esperando.
Ella espera y ansía la plenitud de la venida de Cristo. El
mundo ha sido redimido, pero la historia de la redención
continúa. Y continuará hasta que Cristo, el Señor,
termine su tarea. El reino de Dios no ha sido establecido aún
de manera plena, y la obra de extender el reino de Cristo en la
tierra tiene que continuar.
Tiempo de esperanza
La Iglesia es más consciente de que su
esperanza descansa en el futuro. Ella mira hacia delante, hacia
la restauración de todas las cosas en Cristo, a unos nuevos
cielos y una nueva tierra. Sólo entonces alcanzará
ella su perfección plena.
Ciertamente, es muy difícil practicar la
esperanza en los tiempos que vivimos. Muchísimas son las
cosas que militan en su contra: las críticas y ataques a
la fe, los valores morales en declive, el materialismo, la secularización
se vienen a la alza. Hablando humanamente, hay poquísimos
motivos para la esperanza; pro la esperanza cristiana no se basa
en meras consideraciones humanas, sino en la bondad y el poder de
Dios.
Como pueblo de Dios, tenemos que poner lo que
está de nuestra parte para la construcción de un mundo
mejor y para preparar un camino al Señor. Ambas tareas son
inseparables.
"Vigilar y orar"
La vigilancia es una virtud importante, pero bastante
descuidada. Vigilar significa vivir en el pensamiento de la segunda
venida de Cristo. Debería ser una actitud de mente constante,
que gobernará toda nuestra conducta. Una virtud para todo
momento, pero especialmente apropiada durante el Adviento.
Si estamos dispuestos y preparados en todo momento
para servir a nuestros prójimos y a Dios, entonces estamos
practicando la vigilancia; estamos al acecho de Cristo.
Esta actitud de vigilancia no es algo ansiosa,
sino paciente y pacífica; pero es, al mismo tiempo, una postura
de alerta.
"Somos más fuertes cuando esperamos que cuando poseemos.
Cuando poseemos a Dios (o creemos poseerlo), lo reducimos a aquella
pequeña cosa que conocemos y captamos de él, y lo
convertimos en un ídolo... pero si sabemos que no le conocemos
y si esperamos que él se nos dé a conocer, entonces
somos captados, conocidos y poseídos por Él"
Paul Tilich
viernes, 30 de noviembre de 2012
martes, 20 de noviembre de 2012
jueves, 8 de noviembre de 2012
Martín de Porres
Hace 50 años Martín de Porres, hijo de una esclava liberta y
un español, subía a los altares y se convertía en el primer santo
mestizo de América. Aquel 6 de mayo de 1962, miles de fieles peruanos
salieron a las calles para celebrar y honrar a uno de los santos más
milagrosos y emblemáticos que estas tierras ha visto nacer.
Conociendo al santo de la escoba
No existe una imagen que nos indique a cabalidad cómo era Martín. Una escultura en madera hecha en el S XVIII, hallada por Aurelio Miró Quesada Sosa, es el documento gráfico más exacto para describir al santo.
En el momento que la escultura fue tallada Martín tenía 60 años. Pómulos altos, ojos redondos, cabello crespo y nariz un tanto elevada son los rasgos más saltantes del santo limeño.
Desde pequeño Martín amaba la naturaleza. Contemplaba con asombro los árboles y campos de cultivos de las haciendas limeñas. Tenía fascinación por observar cómo los productos del país crecían junto a los frutos traídos de España, como las cañas dulces y las espigas de trigo.
Cuando ingresa al convento dominico de Nuestra Señora del Rosario se dedica a cuidar y cultivar los jardines. Incluso viajaba a una hacienda que los padres dominicos tenían en Limatambo. El paisaje mestizo combinaba la belleza de las montañas con el olor a mar. Allí podía sembrar, caminar, rezar y curar sin que la vida agitada de nuestra joven capital lo perturbara.
Entre idas y venidas al campo y la ciudad es que ocurre una de las estampas más conocidas de San Martín: juntar a perro, gato y pericote alrededor de un solo plato. Sin embargo, este popular milagro no sería clave para su beatificación y posterior canonización.
Los milagros que lo consagraron como Santo
Para llegar a santo primero hay que ser nombrado beato. La Iglesia Católica encomienda a la Sagrada Congregación de Ritos evaluar al candidato quien para alcanzar la beatificación debe haber realizado dos milagros comprobados de acuerdo con los procesos apostólicos. En el caso de Martín de Porres se presentaron numerosos milagros, siendo los dos siguientes los más aceptados.
El primero fue el concedido a Elvira Moriano quien, según los médicos, perdería la visión del ojo derecho debido a una herida provocada cuando chocó contra una ventana. Un padre dominico le envió una reliquia de Fray Martín y le pidió se encomendara a él. A la mañana siguiente, su ojo estaba sano. Veinte testigos además del informe médico daban por verdadero el celestial hecho.
El segundo milagro comprobado fue el del niño Melchor Varanda, quien cayó del techo de su casa y se rompió el cráneo. Mientras los médicos daban por desahuciado al menor, la afligida madre clamaba la ayuda de Fray Martín. Al día siguiente, el pequeño se levantó como si nada hubiera pasado. Cinco personas corroboraron el hecho.
Para su canonización, la búsqueda de milagros traspasó nuestras fronteras. La Sagrada Congregación de Ritos aceptó dos casos ocurridos en Paraguay y España.
El primer milagro fue concedido en 1948 a Dorotea Caballero que había sido desahuciada por los médicos, pues no podía ser operada del estómago debido a su avanzada edad. Al encomendarse a Fray Martín sus males desaparecieron y logró vivir hasta los 91 años.
El segundo milagro lo recibió el niño Antonio Cabrera Pérez de cinco años, el cual tenía gangrena en la espalda y en el dedo pulgar del pie izquierdo así como severas lesiones vasculares. La mano milagrosa de Fray Martín se hizo sentir en 1958 cuando Antonio quedó completamente curado.
Conociendo al santo de la escoba
No existe una imagen que nos indique a cabalidad cómo era Martín. Una escultura en madera hecha en el S XVIII, hallada por Aurelio Miró Quesada Sosa, es el documento gráfico más exacto para describir al santo.
En el momento que la escultura fue tallada Martín tenía 60 años. Pómulos altos, ojos redondos, cabello crespo y nariz un tanto elevada son los rasgos más saltantes del santo limeño.
Desde pequeño Martín amaba la naturaleza. Contemplaba con asombro los árboles y campos de cultivos de las haciendas limeñas. Tenía fascinación por observar cómo los productos del país crecían junto a los frutos traídos de España, como las cañas dulces y las espigas de trigo.
Cuando ingresa al convento dominico de Nuestra Señora del Rosario se dedica a cuidar y cultivar los jardines. Incluso viajaba a una hacienda que los padres dominicos tenían en Limatambo. El paisaje mestizo combinaba la belleza de las montañas con el olor a mar. Allí podía sembrar, caminar, rezar y curar sin que la vida agitada de nuestra joven capital lo perturbara.
Entre idas y venidas al campo y la ciudad es que ocurre una de las estampas más conocidas de San Martín: juntar a perro, gato y pericote alrededor de un solo plato. Sin embargo, este popular milagro no sería clave para su beatificación y posterior canonización.
Los milagros que lo consagraron como Santo
Para llegar a santo primero hay que ser nombrado beato. La Iglesia Católica encomienda a la Sagrada Congregación de Ritos evaluar al candidato quien para alcanzar la beatificación debe haber realizado dos milagros comprobados de acuerdo con los procesos apostólicos. En el caso de Martín de Porres se presentaron numerosos milagros, siendo los dos siguientes los más aceptados.
El primero fue el concedido a Elvira Moriano quien, según los médicos, perdería la visión del ojo derecho debido a una herida provocada cuando chocó contra una ventana. Un padre dominico le envió una reliquia de Fray Martín y le pidió se encomendara a él. A la mañana siguiente, su ojo estaba sano. Veinte testigos además del informe médico daban por verdadero el celestial hecho.
El segundo milagro comprobado fue el del niño Melchor Varanda, quien cayó del techo de su casa y se rompió el cráneo. Mientras los médicos daban por desahuciado al menor, la afligida madre clamaba la ayuda de Fray Martín. Al día siguiente, el pequeño se levantó como si nada hubiera pasado. Cinco personas corroboraron el hecho.
Para su canonización, la búsqueda de milagros traspasó nuestras fronteras. La Sagrada Congregación de Ritos aceptó dos casos ocurridos en Paraguay y España.
El primer milagro fue concedido en 1948 a Dorotea Caballero que había sido desahuciada por los médicos, pues no podía ser operada del estómago debido a su avanzada edad. Al encomendarse a Fray Martín sus males desaparecieron y logró vivir hasta los 91 años.
El segundo milagro lo recibió el niño Antonio Cabrera Pérez de cinco años, el cual tenía gangrena en la espalda y en el dedo pulgar del pie izquierdo así como severas lesiones vasculares. La mano milagrosa de Fray Martín se hizo sentir en 1958 cuando Antonio quedó completamente curado.
viernes, 19 de octubre de 2012
sábado, 6 de octubre de 2012
Señor de los Milagros llega hoy hasta Catedral de Lima
Sagrada imagen saldrá del santuario de Las Nazarenas. Cuatro mil policías darán seguridad. Defensa Civil llamó a la población a evitar tumultos.
Hoy las puertas del santuario de Las Nazarenas, en la Av. Tacna, se abrirán para que la imagen del Señor de los Milagros inicie sus tradicionales recorridos procesionales en este "mes morado".
De acuerdo con el programa, la sagrada imagen saldrá de Las Nazarenas con destino a la Basílica Catedral de Lima, donde se quedará hasta el día siguiente, según informó el mayordomo general de la hermandad, José Soto.
EL RECORRIDO
Los fieles podrán seguir a la venerada imagen desde la Av. Tacna para luego seguir por la Av. Emancipación. Desde allí, las andas del Cristo Moreno doblarán por el Jr. Chancaypara tomar el Jr. Callao y por esta vía llegar directamente hasta la Plaza Mayor de Lima.
Los seis recorridos que el Señor de los Milagros tendrá por el Centro de Lima estarán resguardados por cuatro mil policías, entre los que se encontrarán efectivos de la Unidad de Desactivación de Explosivos, Policía Canina, División de Tránsito, entre otros. Ellos tendrán a su cargo detectar y mitigar cualquier acto de desorden que pueda originarse, detalló el general PNP Aldo Miranda, titular de la Sétima Dirección Territorial de la Policía Nacional.
Como él, otras autoridades instaron a la población a tener en cuenta algunas normas si piensa asistir a la procesión.
EVITAR LOS TUMULTOS
Por ejemplo, el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) recomendó a los asistentes mantenerse lejos de los tumultos y aglomeraciones. Además, si van a ir acompañados de adultos mayores o niños colocarles una tarjeta con sus datos y adherida a la ropa.
Mañana domingo la ceremonia religiosa más importante del mes continuará con una misa que será oficiada por en la Catedral de Lima a las 11 a.m. Luego de la homilía, la sagrada imagen iniciará su segundo recorrido procesional de retorno al templo de Las Nazarenas, donde se quedará hasta el jueves 18 de octubre, fecha en que reiniciará sus recorridos acompañado de miles de fieles.
Entre ellos –dijo el mayordomo José Soto– habrá 150 devotos que vienen desde Bolivia, Estados Unidos, Brasil, Argentina y otros países especialmente para demostrar su fe.
RECORRIDOS
Continúan. El cuarto recorrido de la efigie será el viernes 19 de octubre y empezará con una misa en el atrio de la Parroquia Nuestra Señora de las Victorias, mientras que el quinto se realizará el domingo 28 de octubre y el sexto está programado para el 1° de noviembre.
Continúan. El cuarto recorrido de la efigie será el viernes 19 de octubre y empezará con una misa en el atrio de la Parroquia Nuestra Señora de las Victorias, mientras que el quinto se realizará el domingo 28 de octubre y el sexto está programado para el 1° de noviembre.
lunes, 17 de septiembre de 2012
FIESTA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO PATRONA DE LIDERAZGO MISIONERO DE CRISTO EN LIMA PERÚ
COMENZAREMOS CON LAS NOVENAS SERAN TRANSMITIDO POR LA RADIO
LUNES 1 DE COTUBRE karina Isabel Vergara Mostacero Norma Mostacero de Vergara y German Vergara Vega
familia Vergara Mostacero
MARTES 2 DE OCTUBRE Maria Naty Barbero Y Leni Rosas
MIERCOLES 3 DE OCTUBRE Claudia Evelyn Diaz Clavijo,Roxy y Carmen Ortega
JUEVES 4 DE OCTUBRE Andrés Graphic Panamá
VIERNES 5 DEOCTUBRE Maricela Soria
SABADO 6 DE OCTUBRE Lety Gonzales y Bertha A. Gonzalez
DOMINGO 7 DE OCTUBRE Psuniversitaria Peru
LUNES 8 DE OCTUBRE Fiesta central
sábado, 15 de septiembre de 2012
viernes, 14 de septiembre de 2012
EXALTACIÓN de la SANTA CRUZ
Día litúrgico: 14 de Septiembre: La Exaltación de la Santa Cruz
Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».
Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna
Hoy, el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos: la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).
Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.
«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados».
Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.
«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados».
jueves, 30 de agosto de 2012
Conoce quién fue Santa Rosa de Lima
Rosa de Santa María, conocida en la Iglesia Universal como Santa Rosa de Lima, nace en la capital de Perú, denominada "Ciudad de los Reyes", el 30 de Abril de 1586 y fallece en la misma el 24 de agosto de 1617.
“Es la primera santa que antes de ser canonizada -sólo 54 años después de su muerte, en 1671- sería proclamada -cosa excepcional- patrona del Perú (1669), del Nuevo Mundo y de Filipinas (1670)”1.
Ella es la primera rosa que el continente americano ofrecía al Altísimo, el primer fruto de nuestra Iglesia que, nacida en Oriente, y extendida hacia Europa, recién llegaba a un territorio que le había permanecido oculto, pero que ya encerraba una riquísima historia y cultura que hasta hoy asombra al mundo entero.
En Lima se vivía la denominada “época dorada de la santidad”. Una constelación de santos tuvieron como escenario de vida esta ciudad: Rosa conoció a san Martín de Porres, y san Juan Masías, dominicos, fue confirmada en 1597 en Quives, Canta, por el segundo arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo y oyó las predicaciones de san Francisco Solano y san Juan Masías.
Hoy se celebra la festividad de Santa Rosa de Lima, patrona de Perú, América y Filipinas, la primera santa de América.
Isabel Flores de Oliva nació el 30 de abril de 1586. Sus padres fueron Gaspar Flores y María de Oliva. Tuvo doce hermanos.
Con su numerosa familia, la pequeña Rosa se trasladó al pueblo de Quives, en la cuenca del Chillón. La casa en la que vivió es visitada por cientos de fieles en su festividad.
En su juventud, Rosa vuelve a Lima e ingresa a la tercera orden de Santo Domingo, imitando así a Santa Catalina de Siena.
Según sus biógrafos, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en un huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era lleno de puntas sirviendo así como una corona de espinas.
"Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de Él, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma", refiere el portalCorazones.org.
Ya cerca del final de su vida, cayó gravemente enferma. Pasó los últimos tres meses de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza, un contador cuya familia le tenía particular cariño. En este lugar se levanta el Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima.
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sábado, 25 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
La Asunción de María Virgen
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martes, 31 de julio de 2012
¿Qué es la Asunción de María?
La Asunción de María (o la Asunción de la Virgen) es una doctrina que enseña que después de que la madre de Jesús murió, ella fue resucitada, glorificada, y llevada físicamente al cielo. La palabra asunción es tomada de la palabra latina que significa “llevado arriba.” La asunción de María es enseñada por la Iglesia Católica Romana, y en menor grado por la Iglesia Ortodoxa Oriental.
La doctrina de la asunción de María tuvo sus inicios en el Imperio Bizantino alrededor del siglo VI. Una festividad anual en honor de María creció gradualmente hasta convertirse en una conmemoración de la muerte de María, llamada la Fiesta de la Dormition o “Dormición.” Al extenderse la práctica por el occidente, se hizo un énfasis en la resurrección de María, y la glorificación tanto de su alma como de su cuerpo, y así el nombre de la festividad fue entonces cambiado al de la Asunción. Aún es observado el 15 de agosto, como lo fue en la Edad Media. La Asunción de María fue hecha un dogma oficial de la Iglesia Católica Romana en 1950 por el Papa Pío XII.
La Biblia registra que Enoc y Elías fueron “llevados” por Dios al Cielo (Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11). Por lo tanto, no es imposible que Dios hubiera hecho lo mismo con María. No está mal creer que Dios “llevó” a María al cielo. El problema es que no existe ninguna base bíblica para la Asunción de María. La Biblia no registra la muerte de María ni la vuelve a mencionar después del capítulo 1 del libro de los Hechos. Así que más bien, la doctrina de la Asunción es el resultado de la exaltación de María a una posición comparable a la de su Hijo. Algunos católicos romanos van mucho más lejos al enseñar que María fue resucitada al tercer día, igual que Jesús, y que María ascendió al Cielo, igual que Jesús. El Nuevo Testamento enseña que Jesús resucitó al tercer día (Lucas 24:7) y que Él ascendió corporalmente al cielo (Hechos 1:9). El asumir que sucedió lo mismo con María es atribuirle a ella algunos de los atributos de Cristo. Mientras que la idea de la Asunción de María no es herética en sí misma, en la Iglesia Católica Romana, la Asunción de María es un paso importante hacia el porqué se le reza, se le venera, y se le adora a María. La enseñanza de la Asunción de María es un paso más para hacerla igual a Cristo, proclamando esencialmente la deidad de María.
La doctrina de la asunción de María tuvo sus inicios en el Imperio Bizantino alrededor del siglo VI. Una festividad anual en honor de María creció gradualmente hasta convertirse en una conmemoración de la muerte de María, llamada la Fiesta de la Dormition o “Dormición.” Al extenderse la práctica por el occidente, se hizo un énfasis en la resurrección de María, y la glorificación tanto de su alma como de su cuerpo, y así el nombre de la festividad fue entonces cambiado al de la Asunción. Aún es observado el 15 de agosto, como lo fue en la Edad Media. La Asunción de María fue hecha un dogma oficial de la Iglesia Católica Romana en 1950 por el Papa Pío XII.
La Biblia registra que Enoc y Elías fueron “llevados” por Dios al Cielo (Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11). Por lo tanto, no es imposible que Dios hubiera hecho lo mismo con María. No está mal creer que Dios “llevó” a María al cielo. El problema es que no existe ninguna base bíblica para la Asunción de María. La Biblia no registra la muerte de María ni la vuelve a mencionar después del capítulo 1 del libro de los Hechos. Así que más bien, la doctrina de la Asunción es el resultado de la exaltación de María a una posición comparable a la de su Hijo. Algunos católicos romanos van mucho más lejos al enseñar que María fue resucitada al tercer día, igual que Jesús, y que María ascendió al Cielo, igual que Jesús. El Nuevo Testamento enseña que Jesús resucitó al tercer día (Lucas 24:7) y que Él ascendió corporalmente al cielo (Hechos 1:9). El asumir que sucedió lo mismo con María es atribuirle a ella algunos de los atributos de Cristo. Mientras que la idea de la Asunción de María no es herética en sí misma, en la Iglesia Católica Romana, la Asunción de María es un paso importante hacia el porqué se le reza, se le venera, y se le adora a María. La enseñanza de la Asunción de María es un paso más para hacerla igual a Cristo, proclamando esencialmente la deidad de María.
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martes, 17 de julio de 2012
El Papa dedicará a la crisis económica su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz
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viernes, 13 de julio de 2012
lunes, 9 de julio de 2012
jueves, 5 de julio de 2012
La Santa Misa - Jueves 5 de Abril
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miércoles, 4 de julio de 2012
El Vaticano publica agenda del viaje del Papa al Líbano
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Vaticano acoge los Oscars del cine católico
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martes, 3 de julio de 2012
La Santa Misa - Martes 3 de Julio, 2012
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lunes, 2 de julio de 2012
La Santa Misa - Lunes 2 de Julio, 2012
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domingo, 17 de junio de 2012
sábado, 9 de junio de 2012
viernes, 1 de junio de 2012
jueves, 31 de mayo de 2012
sábado, 19 de mayo de 2012
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
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viernes, 11 de mayo de 2012
viernes, 27 de abril de 2012
viernes, 13 de abril de 2012
lunes, 9 de abril de 2012
¿Qué celebra la Iglesia el Domingo de Resurrección?
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Miles de peregrinos en Roma celebraron la Semana Santa con el Papa
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martes, 27 de marzo de 2012
Resumen de la visita de Benedicto XVI a México
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domingo, 11 de marzo de 2012
Santos
Fray Vicente Valverde
A Fray Vicente Valverde lamentablemente
sólo se le recuerda por el requerimiento que hiciera al Inca Atahualpa
en la circunstancia de su captura. A partir de este único hecho se
pretende interpretar su persona, vida y obra. Más aún, hay quienes lo
han propuesto como símbolo de la acción de la Iglesia a lo largo de toda
la historia de la Conquista y del Virreinato, es decir como la
institución que favoreció la opresión y la injusticia contra los
indígenas, lo cual resulta falso y no conforme con la verdad histórica.
Es la “leyenda negra” sobre el dominio español en América, difundida
particularmente por razones políticas por autores ingleses y franceses
para desacreditar a España y la obra evangelizadora. Valverde
desarrollaría una acción que resulta ejemplar, comenzando por el hecho
de haber tenido el valor de acompañar la expedición conquistadora hacia
tierras desconocidas, sin saber lo que iba a encontrar.
Después de entrar con Francisco Pizarro al
Cusco el 23 de marzo de 1534, regresó luego a España a exponer las
necesidades que exigía la obra de la evangelización en América. Fue
nombrado primer Obispo del Cusco. Valverde se convirtió en “Protector de
los indios”, redactando varios informes en los que denunciaba los
maltratos de que eran víctimas los naturales, especialmente en los
momentos de las guerras civiles entre pizarristas y almagristas que
trajeron desolación y desorden a la ciudad del Cusco.
Con ocasión de la sublevación de Manco
Inca, que ocasionó que el maltrato a los indios aumentara, Valverde
llega a escribir que es difícil tarea, “la de defender a esta gente de
la boca de tantos lobos como hay contra ellos”. Después de diez años de
intensos trabajos apostólicos, fue muerto en circunstancias misteriosas
en la isla de Puna (cerca de Guayaquil), el 31 de octubre de 1541,
cuando se dirigía al encuentro del gobernador Vaca de Castro con el fin
de buscar una solución a la disputa y falta de solidaridad y unión que
había entre los españoles que vivían en su diócesis. Fue un hombre de
particular valor y fortaleza, así lo reflejan las palabras que le
escribiera en una ocasión al Rey de España: “Y Vuestra Majestad puede
creer que después que entré en esta tierra yo he tenido tantos trabajos y
tanta contradicción en servir a Dios y Su Majestad, que si no fuera
porque Vuestra Majestad me tuviera por pusilánime y por hombre que no
era para poner el pecho a estas cosas y otras mayores, ya me hubiera
vuelto a Vuestra Majestad”.
San Francisco Solano, Apóstol del Perú y de la Argentina (1549 – 1610)
Sin lugar a dudas gran apóstol de América
del Sur y especialmente del Perú. Sus restos están enterrados
precisamente en la ciudad de Lima.
Su ejemplo nos hace presente el de tantos
misioneros no sólo franciscanos sino de otras órdenes religiosas, que
entregaron su vida por entero a la evangelización del Nuevo Mundo.
Verdadero Apóstol de América, tanto por la extensión de su labor
misional como por las huellas que dejó a su paso, San Francisco Solano,
no sólo recorrió gran parte del Perú de entonces, sino otros cinco
países de América del Sur. Nació el 10 de marzo de 1549 en Montilla
(Córdoba). Sus padres eran gente de buena posición. A los veinte años de
edad decide vestir el hábito franciscano atraído por la pobreza y la
vida tan sacrificada de estos religiosos.
Hace su profesión religiosa el 25 de abril
de 1570 y es ordenado sacerdote en 1576. Tiene gran afición por la
música, la que cultivó toda su vida. Por ello es nombrado en el convento
sevillano de Nuestra Señora de Loreto, vicario de coro, es decir,
encargado de dirigir el rezo y los cantos del oficio divino. Era amante
de la austeridad y la pobreza. Hay que mencionar que el primer anhelo
del santo al abrazar la vida religiosa era la de ser mártir. Solicitó
sin éxito ser destinado a Berbería (nombre genérico con que se designa
el conjunto de países del noroeste de África: Trípoli, Túnez, Argelia y
Marruecos, todos ellos poblados por bereberes), para morir en el
intento de evangelizar a los africanos. En vista a la negativa de sus
superiores, se fija otra meta: venir a América. De regreso en Montilla
(su ciudad natal) a raíz de la muerte de su padre y para visitar a su
madre enferma y casi ciega, realizó varias curaciones inexplicables que
dieron comienzo a su fama como milagrero. En América por la cantidad de
prodigios y milagros que realizaría se le llegó a llamar “el Taumaturgo
del nuevo mundo”.
Ante el pedido que el rey Felipe II hiciera
a los franciscanos para que enviaran más misioneros a Sudamérica para
extender la fe cristiana en estas tierras, Francisco fue elegido para
esta misión, para gran alegría suya.
Llega a Lima en 1590 y por veinte años
recorrió el continente americano predicando el Evangelio especialmente a
los indios. Su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie con
grandes peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y
hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin
ninguna comodidad. Tan sólo con la confianza puesta en Dios y movido por
el deseo de salvar almas. Se enfrenta a las tribus guerreras de
aquellas zonas con solo el crucifijo en la mano y después de predicarles
la buena nueva logra que todos le empiecen a escuchar primero y a pedir
el bautismo después. El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía
tocar muy bien el violín y la guitarra. Así alegraba a sus oyentes con
su música y sus canciones.
Misionó por más de 11 años por el Chaco
Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de
Argentina, siempre a pie, convirtiendo a innumerables indios y colonos
españoles. Dicen sus biógrafos que emulando a su padre fundador San
Francisco de Asís, tuvo una relación especial con los animales llegando
incluso a enfrentar y calmar a serpientes y toros bravos.
Posteriormente sus superiores lo nombran
Guardián del Convento de la Recolección que acababa de fundarse en Lima
(conocido por nosotros como el convento de los Descalzos), cargo que
aceptó por obediencia ya que se consideraba incapaz para ejercer el
gobierno. Daba consejos sabios y prudentes y cuando tenía que reprender a
alguno de sus frailes lo hacía con gran caridad. Sus penitencias y su
gran espíritu de oración no le impedían ser alegre. Solano fue conocido
como el santo de la alegría. En 1601 fue elegido Secretario y
acompañante del superior provincial. Pero su frágil estado de salud hizo
que en menos de un año dejara el cargo y fuera destinado a la ciudad de
Trujillo, ciudad fundada por Francisco Pizarro apenas 50 años antes de
la llegada de Fray Francisco Solano al Perú.
Allí se dedica a visitar enfermos, a
predicar en el hospital de la ciudad, a visitar a los presos, a preparar
a bien morir a los moribundos, etc. En 1604 volvió a Lima al convento
de los Descalzos, donde viviría hasta su muerte. A pesar de estar
delicado de salud, continúa con sus penitencias y pasaba noches enteras
en oración. Visitaba de continuo a los enfermos y salía a las calles con
su cruz en la mano a predicar. Predicaba en todo lugar: en los
talleres, las calles, los monasterios, las plazas, incluso en los
corrales de teatro. Ese año, 1604, pronuncia un célebre sermón en las
calles de Lima que conmueve a la ciudad e impulsa a muchos al
arrepentimiento y la conversión. En octubre de 1609 un gran terremoto
sacude la ciudad de Lima. Poco después se producen hasta 14 nuevos
temblores. Las iglesias se llenaron de gentes. Solano salió a predicar y
a consolar a las personas.
En 1610 su salud estaba muy venida a menos
debido a su vida de penitencia, sus trabajos y privaciones. Por ello
Fray Solano pasó a vivir a la enfermería del convento. Postrado y
gravemente enfermo del estómago, apenas podía salir a visitar a los
enfermos y a predicar, aunque procuraba siempre estar con los demás
frailes en el refectorio. Muere el 14 de julio de ese año. Su cuerpo era
poco más que un esqueleto humano. Se había consumido totalmente por
Cristo y los hermanos, haciendo vida la enseñanza de San Pablo: “Con
gusto me gastaré y me desgastaré para que Cristo sea más amado y
conocido”.
8
Su entierro fue apoteósico, asistiendo toda la ciudad, desde
el virrey y el arzobispo, hasta los más humildes. Todos con la misma
idea: haber asistido al entierro de un santo.
Fue beatificado por el Papa Clemente X en
1675 y canonizado por el Papa Benedicto XIII en 1726. En su tiempo
vivieron en Lima todos nuestros santos: Santo Toribio de Mogrovejo,
Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y San Juan Macías.
Santo Toribio de Mogrovejo, II Arzobispo de Lima y Patrono del Episcopado Latinoamericano (1538 – 1606).
Sin lugar a dudas, Toribio Alfonso de
Mogrovejo, cuyo IV centenario de ingreso a la gloria celestial
celebráramos jubilosos el año pasado, es el más grande evangelizador y
misionero que ha tenido el Perú y América.
A manera de introducción y para comprender
la magnitud de su vida y obra, escuchemos la breve pero contundente
descripción que del Santo nos da de manera autorizada el Doctor José
Agustín de la Puente Candamo:
“La mejor organización de la vida de la
Iglesia, el conocimiento de la realidad del Perú, la permanente
preocupación por la evangelización del hombre andino, la enseñanza de su
vida ejemplar, son algunos de los planos que nos permiten descubrir el
vínculo profundo entre Toribio de Mogrovejo y el Perú. Es el gran
educador del hombre de la sociedad peruana...uno de los grandes
forjadores de la nacionalidad...uno de los artífices de la nueva
sociedad (peruana)...La obra de gobierno de Toribio de Mogrovejo, la
afirmación y defensa de sus derechos y obligaciones, su apostolado con
los indios y la defensa del hombre nativo como persona humana que es,
todo esto es posible, como el esfuerzo singular de las «visitas», por la
calidad humana y la santidad de vida del Arzobispo de Lima. Toda su
obra muestra y es fruto de su vida y de su virtud. Austero, alegre,
sobrio, caritativo, penitente, cumplidor, minucioso del deber, generoso,
ganaba el corazón de los hombres y comunicaba el amor a Dios”.
9
Toribio nació en Mayorga, España en 1538.
Estudió Derecho en las Universidades de Coimbra y Salamanca. El Rey
Felipe II lo nombró juez principal de la Inquisición en Granada. Al
quedar vacante la Sede Arzobispal de Lima, el Rey decidió enviarlo como
Arzobispo a la ciudad de los reyes. El Papa Gregorio XIII lo nombró
Arzobispo de Lima como sucesor del Arzobispo Fray Jerónimo de Loayza.
Después de recibir las sagradas órdenes, ya que al momento de su
elección Toribio era laico, el Santo Arzobispo de Lima parte para el
Perú y desembarca en el puerto de Paita al atardecer del 11 de marzo de
1581. Desde ahí comenzó a dar los primeros pasos que lo llevarían en 25
años de episcopado a recorrer un total aproximado de 40,000 kilómetros,
llevando la luz y el calor del Evangelio por todo el Perú.
La empresa misionera de Santo Toribio, iba a
desarrollarse en una Arquidiócesis de enorme extensión, unos mil por
trescientos kilómetros. Abarcaba, en efecto, desde Chiclayo y Trujillo
al norte, hasta Ica al sur, más las regiones andinas, desde Cajamarca y
Chachapoyas hasta Huancayo y Huancavelica, y aún más al oriente por
Moyobamba. A las ciudades ya nombradas se añadían Huaylas, Cinco Villas,
Cañete, Carrión, Chancay, Santa, Saña -donde vino a morir-, más otros
pueblos y unas 200 reducciones y doctrinas de indios.
Pero además era Lima una Arquidiócesis de
suma importancia en lo eclesiástico, pues tenía como diócesis
sufragáneas la vecina de Cusco, las de Panamá y Nicaragua, Popayán
(Colombia), La Plata o Charcas (Bolivia y Uruguay), Santiago y La
Imperial, después trasladada a Concepción (Chile), Río de la Plata o
Asunción (Paraguay) y Tucumán (Argentina). Es decir, casi toda
Sudamérica y parte de Centroamérica quedaba presidida por este hombre de
Dios.
La Arquidiócesis de Lima, era
fundamentalmente un territorio misionero. Y muy consciente de ello,
Santo Toribio, a diferencia de otros obispos que se quedaban en su sede y
dejaban a los religiosos y doctrineros (catequistas) la acción
propiamente misional, se dedicó principalmente al apostolado entre los
indios, limitando casi sus estancias en Lima a los tiempos en que se
celebraron sus tres Concilios o los Sínodos diocesanos.
Santo Toribio recorrió toda su extensa
Arquidiócesis. A las visitas pastorales dedicó 14 de sus 25 años de
episcopado. La primera visita le tomó 7 años (1584-1590); la segunda 5
años (1593-1597), y la tercera 2 años (1605-1606). Será en ésta última
donde el Señor le llamará a su Reino para darle el premio que tiene
reservado a sus mejores servidores. Resulta asombroso lo que Santo
Toribio pasó recorriendo aquellas inmensas distancias en sus visitas
pastorales, sorteando peligros, fatigas, hambre, frío, y muchas otras
situaciones de alto riesgo. Como los itinerarios de sus viajes quedaron
registrados al detalle en el libro de sus visitas pastorales, puede
calcularse con bastante exactitud que recorrió unos 40.000 kilómetros.
Este hombre, de buena salud, pero de constitución física no demasiado
fuerte, que hasta los 43 años lleva una vida sedentaria y que a esa edad
inicia 25 años de vida pastoral intensa, la mayor parte de ella de
camino, viviendo en chozas o a la intemperie, alimentándose muchas veces
con sólo pan y agua o con lo que los indios le comparten desde su
pobreza, soportando la inclemencia del tiempo, es una demostración
patente de que el hombre lleno del amor de Dios y con el corazón
inflamado de celo por la misión evangelizadora es capaz de todo, “y es
que para Dios no hay nada imposible”.
10
“No es nuestro el tiempo”, “la vida es breve y conviene velar
cada uno sobre lo que tiene a su cargo solía repetir, demostrándolo con
el ejemplo de una vida de total entrega al anuncio del Evangelio, no
conociendo lo que era el descanso y mucho menos las vacaciones.
Apóstol de la Confirmación, administró este
sacramento a cerca de 800,000 personas e hizo más de 500,000 de
bautismos. Entre aquellos a quienes confirmó estuvieron nada menos que
Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres.
Él mismo escribe al papa Clemente VIII
acerca de sus visitas pastorales: “Después que vine de España a este
Arzobispado de los Reyes, por el año de ochenta y uno, he visitado por
mi persona y estando legítimamente impedido por mis Visitadores, muchas y
diversas veces el Distrito, conociendo y apacentando mis ovejas,
corrigiendo y remediando lo que ha parecido convenir, y predicando los
domingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua, y
confirmando mucho número de gente…y andando y caminando más de cinco mil
y doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos, y
ríos, rompiendo por todas las dificultades, y careciendo de todo”
11
.
Sin embargo, Toribio no descuida para nada
su vida espiritual, consciente de que el apostolado no es otra cosa sino
sobreabundancia de amor y que la oración es el secreto de la fecundidad
de un apóstol y misionero. Impresiona leer a los biógrafos del Santo
Arzobispo de Lima cuando describen su horario cotidiano de vida
espiritual: “Se levantaba a las seis de la mañana, sin que a vestirle y
calzarle asistiesen mozos o ministros de cámara porque su honestidad no
se sujetó jamás a estilos de palacio, ni circunstancias de grandeza.
Decía sus devociones primero, y después en su humilde aposento, rezaba
las Horas canónicas. Satisfecha esta obligación, bajaba por camino
reservado de la casa arzobispal a la Catedral, donde celebraba la Misa,
con tanta devoción y ternura, como pide aquel divino misterio. Acabado
el santo sacrificio discurría por todo el templo y sacristía, haciendo
de rodillas oración en cada uno de sus altares (…) Hechas estas piadosas
visitas se volvía alegre a su palacio, sin permitir que ningún ministro
de la Iglesia le acompañase, y entrando en su oratorio, puesto de
rodillas, empleaba dos horas en oración mental (…) En anocheciendo, se
recogía a su oratorio, donde hasta las ocho, se suspendía en
contemplaciones celestiales de la divina bondad. Después salía fuera, y
junto con sus capellanes rezaba con atenta y devota pausa y reverencia, a
coros, los Maitines. En acabando el oficio se iba a cenar, y abreviando
su cena con una ligera colación de pan y agua, volvía a su cuarto, en
el cual, decía el oficio parvo de Nuestra Señora, el de los Difuntos y
otras devociones particulares”.
12
Para la evangelización de los indios
impulsó el conocimiento de las lenguas nativas por parte de los
misioneros. El mismo Santo Toribio, estudió el quechua y a poco de
llegar al Perú, lo usaba para predicar a los indios y tratar con ellos.
Siendo tantas las lenguas y dialectos existentes, solía llevar
intérpretes para hacerse entender en sus innumerables visitas. Con todo,
en su proceso de beatificación se dio testimonio que en algunos casos
tuvo el don de lenguas en forma milagrosa.
Al arribar al Perú, descubre que la acción
evangelizadora de la Iglesia atravesaba un momento de seria crisis. La
disposiciones de su predecesor el Arzobispo Jerónimo Loayza y de los dos
Concilios de Lima no eran tomadas en cuenta. Asimismo la catequesis y
la doctrina necesitaban adecuarse mejor a una pastoral indígena más
sólida. Por ello y con la ayuda del Padre José de Acosta, organiza el
III Concilio Limense (1582-1583) obra maestra de legislación eclesial de
Santo Toribio, aunque realiza en total trece sínodos arquidiocesanos y
tres concilios provinciales. El III Concilio Limense, establece las
bases de la evangelización de América Latina.
“Fue la asamblea eclesiástica más
importante que vio el Nuevo Mundo hasta el siglo de la Independencia
latinoamericana, y uno de los esfuerzos de mayor aliento realizados por
la jerarquía de la Iglesia y la Corona española para enderezar por
cauces de humanidad y justicia los destinos de los pueblos de América,
como exigencia intrínseca de su evangelización”.
13
El III Concilio Limense, fue la aplicación del gran Concilio de
Trento (1545-1563) a la realidad de América Latina. El Concilio dividió
su cuerpo canónico en cinco partes o acciones.
Entre sus disposiciones y frutos más notables están los siguientes:
1. La defensa y el cuidado de los indios,
para protegerlos de cualquier abuso o explotación y promoverlos
humanamente. Este cuidado incluía además una labor de educación social:
“que los indios sean instruidos en vivir políticamente”, es decir
“dejadas las costumbres bárbaras y salvajes, se hagan a vivir con orden y
costumbres políticas”. Para ello el III Concilio Limense planteó el
establecimiento de las doctrinas-parroquias. En cuanto a los sacerdotes
que tenían el cuidado de los indios se les recuerda que “son pastores y
no carniceros, y que como hijos los han de sustentar y abrigar en el
seno de la caridad cristiana”.
2. La obligación del uso de la lengua indígena en la catequesis y la predicación.
3. El Catecismo trilingüe
(en castellano, quechua y aymara), conocido como el Catecismo de Santo
Toribio, con el cual se logró unificar el adoctrinamiento de los indios
en casi toda América Latina. El Concilio ordena a todos los sacerdotes
“so pena de excomunión, que tengan y usen este catecismo, dejados todos
los demás”. Sin lugar a dudas el Catecismo es el fruto más valioso de
este Concilio.
4. Las Visitas Pastorales.
Estas son urgidas con gran firmeza como deber canónico, con el fin de
que Pastor conozca a sus ovejas y éste sea conocido por ellas (ver Jn
10, 14).
5. La Dignificación del Clero, su adecuada formación doctrinal y pastoral para una conveniente evangelización y vida de santidad sacerdotal.
6. La Liturgia, que ha de
celebrarse con gran esplendor y ceremonia, pues “esta nación de indios
se atraen y provocan sobremanera al conocimiento y veneración del Sumo
Dios con las ceremonias exteriores y aparato del culto divino”. Por
tanto ha de ponerse gran cuidado y procurar que haya “escuela y capilla
de cantores y juntamente música de flautas y chirimías y otros
instrumentos acomodados en las iglesias”.
7. Los Seminarios. El
Concilio impulsa la creación de Seminarios siguiendo las disposiciones
de Trento, cuidando la elección y la formación de los candidatos al
sacerdocio. Teniendo presente esta disposición, Santo Toribio funda el
Seminario de Lima, que hoy lleva su nombre, uno de los primeros de
América en aplicar el modelo de Trento.
8. El Número de Sacerdotes.
El II Concilio Limense había denunciado el hecho que muchas veces un
sacerdote tiene a su cargo a innumerables indios y establece que debe
haber un sacerdote por cada 1,300 almas de confesión. En una de sus
cartas al Rey, Santo Toribio le informa “como negocio de mucha
consideración y digno de ser llorado con lágrimas de sangre”, el caso de
una parroquia de 5,000 almas de confesión, con cuatro anexos que está a
cargo de un solo sacerdote. De esta manera el III Concilio Limense
acuerda poner un sacerdote por cada mil o cada setecientas almas de
confesión. Para lograr esta meta, el Santo Arzobispo promueve el clero
indígena y criollo, es decir el clero nativo. Para ello se debe
prescindir de toda discriminación racial, no excluir de las Órdenes a
grupo alguno de los naturales, sino admitirlos a todos por igual en
principio: criollos, mestizos e indios.
Mucho más podríamos hablar de Santo
Toribio, que por todo lo dicho y mucho más fue declarado con justicia,
patrono del Episcopado Latinoamericano por S.S. Juan Pablo II, el 10 de
mayo de 1983. Quien sabe nos falte tan sólo agregar el gran amor de
hijos que los indios le tenían y por ello no saben llamarle más que
“Padre santo” y cuando después de bendecirlos se despedía de ellos para
ir a otro pueblo, los indios lloraban como si se les ausentase su
verdadero padre. Y es que realmente lo era: “porque maestros en la fe
cristiana podréis tenerlos a millares, pero padres, no; he sido yo quien
os he engendrado para la fe”.
14
De otro lado era un hombre de una gran caridad. De su propio
peculio financió escuelas, hospitales, templos y nuevas doctrinas. Todo
lo regalaba y vivía en gran austeridad y pobreza.
A los 68 años Santo Toribio cayó enfermo en
Pacasmayo (norte de Lima). Murió en Zaña el 23 de marzo de 1606. Y
luego de recibir la Unción de los enfermos, en Jueves Santo, día de su
muerte, pide al prior agustino que tañese el arpa y rezó: “A ti, Señor,
me acojo…En tus manos encomiendo mi espíritu”. El “protector de los
indígenas”, fue un infatigable misionero y organizador de la Iglesia en
nuestras tierras. Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio IX
en 1679 y canonizado por Benedicto XIII en 1726.
Que Santo Toribio de Mogrovejo sea nuestro
modelo en nuestro trabajo evangelizador y misionero según la propia
vocación y misión, y nuestro intercesor ante Dios para que podamos estar
siempre a la altura de lo que Dios espera de nosotros y de lo que la
Iglesia necesita.
La Nueva Evangelización
Ahora bien, lamentablemente lo que Puebla
llamó Evangelización Constituyente, por el papel clave que, como hemos
visto, tuvo ésta en la constitución de la base de la identidad cultural
de América Latina, ha venido debilitándose con el tiempo hasta hoy, sea
porque no se ha profundizado ni alentado su impulso, sea por agresiones
de fuera, principalmente de las ideologías que han surgido de la
ilustración (principalmente el liberalismo, el positivismo, y el
marxismo) y que han generado el fenómeno que conocemos como
“secularismo”, que es el intento de edificar el mundo de lo humano
excluyendo a Dios y a lo trascendente, o relegándolo a un lugar
secundario a nivel de las creencias personales, diríamos opcionales y
sin ninguna pretensión de orientación social y cultural. Es decir a la
“sacristía de la vida”.
La pérdida del sentido de lo real, y por lo
tanto de la verdad; la crisis de la racionalidad; el relativismo
imperante; la dimisión de lo humano que se expresa en la violencia, en
el irrespeto a la vida desde su concepción hasta su fin natural (aborto y
eutanasia), las injusticias, la pobreza y la explotación de personas,
la degradación del ser humano que desconoce su identidad según la
naturaleza (homosexualidad), el hedonismo y permisivismos extendidos
reflejados en el alcoholismo, la droga y la pornografía; la pérdida de
la identidad católica, tanto a nivel personal como comunitario; la falta
de vocaciones suficientes a la vida sacerdotal y consagrada; la crisis
de la familia y los problemas en los matrimonios; la pretendida
redefinición del matrimonio entre personas del mismo sexo; el
surgimiento de las sectas y de teologías erradas, etc., son algunas
constataciones que nos ayudan a tomar conciencia de la urgencia de
emprender todos juntos, según nuestra propia vocación y misión, la gesta
de la Nueva Evangelización en continuidad con la Evangelización
Constituyente, ya que se hace necesario hoy como ayer llevar al Señor
Jesús a un mundo en crisis y en constante cambio.
Fue precisamente el recordado y amado Papa
Juan Pablo II el que desarrolló el rico tema de la “Nueva
Evangelización”, para describir la misión de la Iglesia en América
Latina en el tercer milenio: “La conmemoración del medio milenio de
evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso vuestro
como obispos, junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso, no de
re-evangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su
ardor, en sus métodos, en su expresión”.
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Ante este panorama y los retos de la Nueva
Evangelización no debemos caer en desánimo ni desaliento. Debemos
recordar las palabras del Maestro: “En el mundo tendréis tribulación.
Pero, ¡ánimo! Yo he vencido al mundo”.
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Y las palabras del Papa Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!”
17
, junto con las de Benedicto XVI el día del comienzo de su
pontificado donde nos invitaba a todos a la confianza y amistad profunda
con el Señor Jesús, especialmente a los jóvenes: “¡No tengáis miedo de
Cristo! Él no quita nada y lo da todo”.
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La obra de la Nueva Evangelización es de
todos nosotros. Nadie debe sentirse ni excluido ni dispensado. Como bien
dijo Juan Pablo II en su primera visita al Perú el año 1985: “Esa
empresa (la nueva evangelización) es vuestra hermanos obispos, en primer
lugar. Es vuestra, sacerdotes, que sois insustituibles colaboradores de
vuestros Pastores. Es vuestra, religiosos y religiosas, pues esa es la
causa de Cristo que habéis abrazado. Es vuestra, laicos cristianos, que
en el corazón del mundo estáis llamados a construir el reino de Dios. Si
vuestra Iglesia acoge ese mensaje de Jesús, podrá decirse de veras que
«le sigue porque conoce su voz», la voz de Cristo (ver Jn 10, 4).”
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Pero con todo surgen las preguntas: ¿Qué
hacer ante tantas dificultades? ¿Cómo afrontar el desafío de la Nueva
Evangelización? Creo que los misioneros y evangelizadores de la primera
hora de la historia de la fe del Perú y de América Latina, cuya gesta
gloriosa rápidamente hemos visto, nos pueden ayudar a responder a estas
preguntas.
En primer lugar la Nueva evangelización tiene que ser una Evangelización para la santidad.
La evangelización constituyente dio como resultados frutos ejemplares
de santos: Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano, Santa Rosa
de Lima, San Martín de Porres, San Juan Macías, y la Beata Sor Ana de
los Ángeles, son prueba patente de ello. Pero además es bueno señalar
que sólo en el Perú hay más 89 entre santos y virtuosos conocidos entre
1531 y 1830.
20
Una nueva evangelización debe infundir en peruanos un profundo
deseo de santidad, conscientes que la santidad es la plenitud de la
humanidad y que no hay mejor evangelizador que el santo y que la
santidad es la vocación de todo bautizado: “El renovado impulso hacia la
misión “ad gentes” exige misioneros santos. No basta renovar métodos
pastorales, ni organizar y coordinar mejor las fuerzas eclesiales, ni
explorar con mayor agudeza los fundamentos bíblicos y teológicos de la
fe: es necesario suscitar un nuevo «anhelo de santidad» entre los
misioneros y en toda la comunidad cristiana particularmente entre
aquellos que son los colaboradores más íntimos de los misioneros”.
21
En segundo lugar la Nueva Evangelización tiene que ser una evangelización para la unidad en la fidelidad.
Es decir hay que construir la unidad
eclesial, unir en este esfuerzo a los sacerdotes, personas consagradas y
fieles laicos, a los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, a las
asociaciones laicales, a las hermandades y cofradías, etc. Hay que
evitar los exclusivismos y sectarismo de todo tipo que tanto daño hacen a
la Iglesia y a su obra misionera. En medio de un mundo divido y a veces
enfrentado, la Iglesia debe resplandecer como “casa y escuela de la
comunión”, que ayude a sanar rupturas y unir corazones. No hay que
olvidar que esta es la hora de los laicos, llamados a hacer presente a
la Iglesia en medio del mundo y al mundo en medio de la Iglesia. De ahí
la importancia de valorar a los movimientos eclesiales que no son un
problema sino don del Espíritu Santo para la evangelización del nuevo
milenio y que ciertamente deben desarrollar su apostolado en sintonía y
comunión con la Iglesia y el obispo diocesano.
En una evangelización para la unidad en la
fidelidad, también será necesario como lo hicieron los Grandes
Misioneros del Perú, ser maestros valientes de la verdad, amando al que
yerra pero sin dejar de combatir el error. Es decir, ser fieles a la Fe
de la Iglesia. Para ello el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica
y su versión más breve, el Compendio se hace necesario. Hay que
intensificar la catequesis y la formación en la fe. “La reflexión madura
en la fe es luz para el camino de la vida y fuerza para ser testigos de
Cristo”.
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En tercer lugar la Nueva Evangelización tiene que ser una evangelización para la dignidad de la persona.
En esto también los misioneros de la
primera hora nos dan ejemplo. Ser defensores y promotores de la dignidad
de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en
Cristo, el Reconciliador. Desde la doctrina social de la Iglesia,
iluminar los problemas del mundo desde la luz de la razón natural, de la
fe y de la moral de la Iglesia con el fin siempre de salvar al ser
humano en su dignidad integral.
Finalmente la Nueva Evangelización tiene que ser una evangelización en constante sintonía con la Sede Apostólica.
Los primeros misioneros supieron construir la cercanía espiritual y la
adhesión afectiva y efectiva con los Sucesores de San Pedro, los Papas.
Junto con la Eucaristía, la piedad filial a Santa María, la devoción a
los santos, el amor a Cristo sufriente en el pobre, el amor al Santo
Padre, constituye uno de principales elementos principales de la
religiosidad de nuestros pueblos, ya que como bien dice San Ambrosio de
Milán, “Donde está Pedro, allí está la Iglesia, y donde está la Iglesia,
no hay muerte, sino vida eterna”.
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(lat. “Ubi Petrus, ibi Ecclesia; ubi Ecclesia, nulla mors, sed vita aeterna”).
María, Estrella de la Nueva Evangelización.
El tema de esta conferencia es “Grandes
Misioneros del Perú”. Ciertamente la más grande de todas es nuestra
Madre Santísima, llamada con justicia “Estrella de la Evangelización”
por Juan Pablo II en su visita a la ciudad de Piura en febrero de 1985.
Así como después del anuncio angélico, Ella se puso presurosa en camino
hacia la aldea de Ain Karim para visitar a su prima Santa Isabel
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, así también Ella se puso presurosa en camino con los primeros
misioneros para traernos el don de la salvación, para que en nuestros
pueblos brillara el Sol que nace de lo alto, Jesucristo, único salvador
del mundo ayer, hoy y siempre.
Su aparición en Guadalupe es testimonio
elocuente de que Ella ha sido la que nos trajo y la que nos trae
constantemente al Señor Jesús, su Hijo. Asimismo ver cómo Ella es
venerada en cada país de nuestra América Latina, bajo distintas
advocaciones, es señal clara de que Ella es guía segura a Cristo, “quien
no solo reconcilia al hombre con Dios, sino que lo reconcilia también
consigo mismo, revelándole su propia naturaleza”.
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En el caso del Perú con amor filial Santa María es venerada en
toda nuestra geografía. A Ella le pedimos en esta hora de la Nueva
Evangelización que no deje de llevar a Jesús en sus manos, para que lo
lleve a los corazones de todos los que en esta tierra tan amorosamente
confían en Ella y que a todos nosotros nos ayude a difundir el anuncio
de Jesucristo al que somos invitados.
Muchas gracias.
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